Cada vez que se inauguran unos Juegos Olímpicos tengo los mismos recuerdos. Nostálgica que es una. Siempre me vienen a la mente las mismas
instantáneas. Como si me viera a mí con once años de nuevo. Nítida y real.
Estábamos de vacaciones en el pueblo natal de mi abuela paterna, como
tantos veranos de nuestra infancia. Espui, casi al final de la Vall Fosca. De pequeña
siempre decía que ese era mi pueblo. Allí mismo descubrí el monte, el cielo
azul, el frío en pleno agosto, los amigos de verdad. Ahí empezó mi historia
epistolar y encontré mi primer amor. Por eso decía que era mi pueblo. Porque
allí todo el gris que traía mi familia desde la ciudad se volvía verde y azul y
era todo más liviano. Los días tenían luz hasta las mil, allí sí.
En el 92 estuvimos en una casa magnífica. En la cima del pueblo, todo lo
divisábamos nosotros desde allí. Compartimos esas semanas con mis tíos, Gerard
aún no había nacido. El día de la inauguración fuimos en busca de moras
silvestres. Pasamos la tarde al sol. Ese sol montañés que quema lo invisible.
Regresamos a casa con kilos de ese manjar, entre moras y frambuesas, que a mí
tanto me fascinaban.
La televisión era de las típicas de casa de alquiler de vacaciones.
Pequeñita, con una antena que había que ir moviendo de vez en cuando para
resintonizar. Atentos a ella mientras analizábamos la recolección. Selección,
lavado, hervor. Hicimos mermelada de moras. Emocionados ante el televisor al
ver desfilar a los nuestros, mientras teníamos nuestros tarros al baño maría.
Nunca habíamos hecho tanta mermelada como ese día. Hace un tiempo os puse la receta y os la recuerdo, por si os apetece y os
entra el gusanillo.
Para mí los Juegos Olímpicos siguen siendo ese recuerdo. Edición tras edición, vienen a mi mente mi tía Anna y mi madre junto a nosotros dos. Viviendo los que eran
los mejores juegos de la historia, por ser en casa, mientras preparábamos mermelada tras nuestra tarde de captura. Ese es mi recuerdo, la felicidad de
que se hicieran las tantas en ese comedor, con las manos tintadas de mora sobre
el hule de flores. Escuchando con la piel de gallina el Barcelona, sin dejar nuestra labor.
Han cambiado tantas cosas desde esos juegos… Sería complejo explicar todo.
Qué ha pasado con los que estábamos en esa casa esa noche. Pero siempre los
recuerdo. Y cada inauguración vienen a mí esas imágenes. A veces, incluso
pienso que son recuerdos ficticios y suelo pedirle a mi hermano que los
recupere conmigo. Este ha sido un año más. Y sí, fue así. Vivimos los juegos
del 92 haciendo mermelada de moras. Por eso, esta vez Xavi lo ha dibujado, para que no se nos olvide que fue
real. Aunque uno recuerde el mantel de flores y el otro de cuadros…
¿Y vosotros? ¿Recordáis qué hacíais ese día del 92?
I tant que ho recordo!! Jo tenia 10 anys. Vivíem en una casa molt vella que ja no existeix; amb el temps van desaparèixer també moltes altres coses d'aquella casa...
ResponderEliminarJo havia fet la comunió l'any abans i això volia dir que tenia una magnífica càmera de fer fotos (de les de carret). Tots estàvem davant de la pantalla de la televisió i, quan van encendre la flama olímpica amb la fletxa, la meva mare va voler fer una foto. Recordo perfectament la foto rebel.lada: les parets velles al fons, el marc de la televisió negre, la pantalla gris i una llum ataronjada al mig. Res més. Va ser una gran decepció. No sé què se n'ha fet d'aquella imatge però la recordaré sempre.
Aiiixxxxxx m'he emocionat... Què bonic. Gràcies, Esthereta. La veritat és que és una passada com se'ns queden gravats els records i com van variant en parts amb els anys. L'Arnauitus també n'està fent ara de records així... muà! Busca aquesta foto, diga-li a ta mare!!!!
EliminarJo recordo veure la tele amb el :"hola!" De la inauguració
ResponderEliminarQue wai que t'hagi fet recordar!!! Gràcies, bonica!!!! muà!
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