Ninguno de sus seis hijos se interesó, ni tampoco los nietos que por aquel
entonces tenían uso de razón estructurado. Nadie tomó conciencia ni tuvo el
firme propósito de conocer el exilio familiar. Mi abuelo paterno, Modesto, huyó
de la Guerra Civil y se refugió en Francia. Y ese país me queda grandioso sin
saber dónde estuvo, qué hizo, si escribió a mi abuela desde allí, si queda
constancia de toda esa vivencia. Nadie sabe nada. Y la de las preguntas, la
niñita melancólica del baúl de los recuerdos, llegó tarde.
Cuando leí las cartas de Ana María Moix a Rosa Chacel, pensé en
mi abuelo. Si él también debía tener esa sensación de desamparo, de querer
saber de su país, de su gente. De sentirse abandonado por sus orígenes como
ella. Si habría escrito a su familia al Pirineo, o tal vez lo hubiera dejado en
unas páginas que nunca envió. Esas Cartas a Rosa Chacel se convirtieron en el mejor libro para conocer a la pucelana. Llegar de su mano
a la visión de un exiliado y, sobre todo, de la gente que se quedaba aquí y le
transmitía la dura situación que vivía. Henry Kamen, en sus numerosos estudios sobre los exiliados
españoles, siempre dice que fue el país quien perdió cultura con tantas
despedidas. Que fueron las nuevas tierras receptoras de los mismos los que ganaron con
ellos. Porque se nos fue la sabiduría y lo que hizo fue absorber la del nuevo
destino, sumergiéndose y siguiendo de lleno en sus carreras, estuvieran donde
estuvieran, aun sintiendo el anhelo y la nostalgia de todo aquello perdido.
La guerra, en la mayoría de ocasiones, es la causante de tales huidas. Esa
opresión es la que fuerza el abandono y llena las maletas para intentar recobrar la vida y
la normalidad fuera de las fronteras familiares. Así lo vivió Mascha
Kaléko. Mujer, judía, alemana y poeta, mala combinación en tiempos del
Nazismo. En Tres maneras de estar
sola narra en verso esa nostalgia hacia las calles berlinesas. Cómo a
su vuelta, tras tantos años de expulsión, se siente forastera donde antaño
reconocía hasta el vuelo de los gorriones. Esa dureza del retorno, y aún más de
la estancia en el exterior, hace que muchas veces, como relataba W.G.
Sebald en Los
emigrados, se cambien los recuerdos. De ciertos momentos vividos uno
consiga que desaparezcan hasta las personas de las instantáneas, antes
acomodadas en la memoria de manera tan distinta, posteriormente con otro color que el tiempo y
la distancia han modificado.
Y todo esto es porque Lurdes se va. Y no se va a otro país, ni hay una
guerra, ni se perderá el contacto, ni hará falta que escribamos cartas ni
enviemos palomas mensajeras. Tampoco se va tan lejos, pero se va. No nos damos
cuenta de la importancia de las miradas entre prisas, de todo lo que no se ha
dicho, de los momentos que no se han aprovechado. No nos damos cuenta hasta que
sabemos que no encontraremos la mirada en el pasillo. Entonces lo sabremos,
cuando la busquemos. Estará bien donde esté. Ella lo sabe. Como Jhumpa
Lahiri nos cuenta siempre en sus relatos, de la India a New York, que es capaz
de trasladar consigo el olor a comino y la imagen del sari allí donde vaya. Ella
hará lo mismo, por eso este chal. Para que se lleve un trocito de lo vivido
aquí.
Un patrón muy sencillo, todo en punto bobo y tejido con las calidades Sur y Nacar de
Lanas Stop. Un dibujo geométrico, cuadriculado, ordenado, como nosotras. Para
que no olvide nunca donde pasó estos años, para que no desdibuje las caras como
los emigrados alpinos, para que no viva la nostalgia de encontrarse al otro
lado del charco, para que no se sienta extranjera cuando vuelva. Porque no es
un exilio, es una vida nueva que será aún más placentera, seguro. He aquí el
chal terminado a la velocidad del rayo, con un final de curso de por medio y un
adiós tejido entre algodones. Sin olvidar que, tal vez sea cierto aquello que
afirmó Simone
Weil, “el pertenecer a un lugar quizá sea la mayor y menos reconocida
necesidad del alma humana”.
Título del post extraído del artículo publicado en El País por Tomás Eloy Martínez, "Sebald o el lugar de la conciencia".
Quin record més maco s'enporta la teva amiga, un xal preciós i aquest post tan bonic!!
ResponderEliminarGràcies, bonica. Ja saps que és la nostra millor manera de demostrar moltes coses, amb el fil. I les paraules acompanyen encara més. Besitos
Eliminar