Este año he aprendido a ser muda, a aguantar el llanto, a no
ver nada, a tener vacías las cuencas de los ojos. He acariciado y alimentado a
la soledad, rodeada de humanos que no daban calor. He comprobado quién ofrecía
la mano de verdad y quienes solo la dejaban flácida para sentirse bien. Los que
me la dieron fuerte siguen agarrándome.
Este año he aprendido que el esfuerzo, la ilusión, aquello
pendiente en los expedientes vitales de una, puede terminar en un “no apto”.
Porque los sueños, a veces, no se cumplen. Porque el empeño o la pasión se pueden
truncar cuando el cuerpo se desmorona y a una le da igual dormir que estar
despierta. Nada se consigue si las cuencas de los ojos están vacías, repito. Si
nos convertimos en precipitaciones que se caen entre recuerdos, que dice Alfred García en La ciudad. Nos
arrastra lo vivido, tal vez sea cierto.
Este año me he reafirmado en mi creencia de que la familia
no te arropa por las noches. Que una realmente puede sentirse sola entre los
lobos y ser ella la que arremeta la manta bajo el colchón para no tener frío. Porque
familia tenemos todos, pero no todas arrullan hasta que una se queda dormida. No
todas.
Este año me he aventurado a viajar sola. Las estaciones de tren me hacen sentir la soledad a plomo pero también me aportan la serenidad de ser yo misma, me devuelven
la parte de mí que me fija en el suelo, me llevan a lugares en los que, aunque
solo escuche el silencio, me hacen fuerte y me hacen viva. Sí, hacerse viva.
También eso lo he aprendido.
Este año me he dicho que cada uno hace el balance que quiere,
este es el mío. Con la intención puesta ya en el 2019 para tejer y dar calor a los míos, para leer sin freno y descubrir nuevas historias, para recorrer el monte sin cesar, solo allí tocamos las raíces y el cielo con las manos. Repitiéndome que “la mañana sabe igual del dolor y del abismo. / Ven, dame la
mano, / quiero volver a vivir a pesar de todo/ con la fuerza del miedo y la
derrota.” Sara Herrera Peralta,
de nuevo con la razón en los versos. Que no me pare el miedo, que no me venza
la derrota, que lo que sé y lo que siento hagan que luzca viva a mis ojos, que
se llenen mis cuencas.
Baix Segre, 30 diciembre '18. |
No saps com empatitzo. El pitjor, cosa que jo encara no he aprés, es esperar que et tapi la família al llit. Feliç any a les lluitadores!
ResponderEliminarBonicaaaaaa!!!!! Les lluitadores, com tu i jo, al peu del canó! I tot el que compartirem el 2019!!!
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