Estallan tuberías, se rompen cisternas, se pone una enferma, atacan mil y una tareas como mosquitos acechantes, no cesa la compra en el súper, amistades que fallan, sobrevienen la tristeza y el agobio y hay personas que fallecen. Incluso en verano pasan esas cosas. También se muere. Aunque parezca imposible. Aunque nada pudiera hacernos regresar a la realidad desde las reservas de Booking en la playa que sea. Aunque resulte increíble, la muerte también hace las maletas.
Es el segundo agosto con Mariana Enríquez. Repetiré el que viene, convencida estoy. Me acompaña y sitúa los
sueños sobre el asfalto. Fija los pies. Ha sido realmente sobrecogedor leer
Alguien camina sobre tu tumba este verano. Viajar con ella y recorrer junto a
Mireia cada km. Reconocer escenarios y estremecerse por descubrir otros en un
futuro. Escuchar la BSO del libro, porque la argentina es todo un recopilatorio
de conciertos.
“Cada país es un gran cementerio
y en casi todos, de una u otra manera, todo se echa a perder, tarde o temprano.
En diferentes momentos, en idas y vueltas. Pero estamos acá para morir y, ¡si
tenemos suerte!, para que los vivos nos entierren.” Quedan los vivos para
enterrarnos, para recordarnos y guardar nuestras pertenencias. Quedan los vivos. Son más los muertos que los vivos, ¿lo habíais pensado? Caminamos sobre restos,
¡sobre qué, si no! No me perturba la idea, ni me inquieta, ni sorprende. Conocí
la muerte con 6 años y desde entonces cargo 17 muertos cercanos a la espalda.
Mochila llena de despedidas. Anunciadas, trágicas, dolorosas, imprevisibles.
17.
Parece contradictorio vacacionar
y visitar cementerios, pero ya he empezado diciendo que la gente también desaparece
en verano. Vivido está, porque la muerte también se vive. Como las plantas
pueden estar verdes y secas a la vez, llenas de pulgón o mosca blanca y
florecidas. Contrariedades las que nos rodean y nos hacen recuperar el sentido
de los días. Nos obligan a parar y mirar al cielo para respirar hondo, resituarnos y volver a empezar. “Siempre
hay algo de fin del mundo en el cielo y en el viento implacable, siempre hay
algo de polvo del desierto en el frío que corta la piel”. Por eso cuando
alzamos la vista para tomar impulso también hay algo de fin del mundo y de inexplicable
en ese azul.
Cementerio de Valladolid, julio 2019 |
Jo també soc de les que visito els cementiris dels llocs on "vacaciono", per humils que siguin també en vull conèixer els seus morts.
ResponderEliminarDoncs justament la propera lectura que tinc preparada és aquest llibre de la Mariana Enríquez, ara estic amb la meravella de "Els anys" de la teva estimada Ernaux.
Com sempre, magnífic post, Esther. Gràcies.
Només espero que aparegueu i em fa un bot el cor. Gràcies per ser-hi. També penso que els morts diuen molt dels llocs on anem, van ser-hi abans. Tenen molt a dir. A veure què et semblen aquests viatges de la Mariana i vull saber què, TOT, de l'Annie Ernaux!!!! Gràcies per ser-hi.
EliminarMuero de amor con este post (como siempre :P). Ha sido genial irnos de viaje por todos estos cementerios de la mano de Mariana. Yo no lo tenía como una costumbre como tú. Pero me he convertido jajaja durante estas vacaciones he aprovechado y me he llevado el libro al cementerio de San Amaro para inmortalizarlo allí. Pasé una mañana de cielo azul también y disfruté de una paz difícil de explicar. Me quedo con tu última frase. Qué brutal!
ResponderEliminarPor eso cuando alzamos la vista para tomar impulso también hay algo de fin del mundo y de inexplicable en ese azul.
EliminarIremos a la busca de los "azules" y los encontraremos todos, juntas, todos!