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lunes, 22 de abril de 2019

Nuestra identidad

No abrió boca en 60 años. Nadie supo su secreto, ni sospechó nunca la de viajes que había hecho con los secretos nazis escondidos en el doble de su falda, de Canfranc a Zaragoza. Lola Pardo fue una espía de la Resistencia que jamás confesó a su marido quien había sido. Como si hubiera sepultado parte de sí misma, como si no hubiera dejado emerger a la luz la valentía de la que era capaz, como si fuera otra persona a los ojos de los suyos. ¿Somos distintos a lo que nos creen los que nos conocen, los que nos quieren, los que confían, los que duermen en la misma cama?

Somos múltiples, pero somos uno. Qué difícil afirmar que somos valientes, enarbolar la bandera de la fuerza, cuando luego la bajamos por el miedo a perder. Así es como el resto dibuja nuestra imagen, nuestro yo visible. Como leí en Primera persona, de Margarita García Robayo, “sea lo que sea que queramos pensar de nosotros mismos, no somos lo más parecido a lo que soñamos ser, ni somos esa síntesis que creemos ver en el espejo. Somos el resultado de cómo nos han mirado los demás a lo largo de la vida. La historia de nuestra identidad está escrita por los otros.

El resultado de lo que dejamos entrever, de lo que mostramos al mundo, de lo que se ha visto salir por debajo de la manta. Poco más existe a ojos de los demás. A partir de aquello que dejamos al aire, de lo que no sabemos ocultar, el mundo genera nuestro yo. Porque en ocasiones poco se sabe, ni se intuye, nada se cree que no sea lo que hemos dejado ver voluntariamente.

García Robayo se desnuda en el libro de Tránsito. Verdades como puños sobre la infancia, los hombres, su madre o la maternidad. Sabiendo que eso es quitarse la manta, que eso es mantener la bandera en lo alto, que eso es declararse espía y valiente. Descoserse el dobladillo de la falda y dejar ver los secretos. Al que no le guste, como le escuchamos afirmar a ella misma en la librería Alberti, que escriba sus porqués como ella hace. Que deje en el papel todas las respuestas, las súplicas, los temores y la necesidad. Escribir como solución.

¿Seremos tan valientes el resto para escribir lo que de verdad queremos? ¿Seremos capaces de gritar quiénes somos de verdad sin importar quién escuche? ¿Nos atreveremos a confesar al viento lo que esconden las costuras de nuestras faldas?

Canfranc, marzo 2019.

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