Escuchaba ayer a Bernardo Atxaga charlar
en la Nollegiu
y decía que él tan solo concibe la poesía con el paisaje, con la geografía que
le rodea, con la importancia del donde se está y lo que dicta su cielo. Me reía,
¡si me hubiera visto!, cuando contó que su madre una vez lo despertó a las
cinco de la mañana para ver nevar por la ventana. La gente que me conoce de
verdad sabe de la importancia del territorio y de mi diálogo constante con el
cielo. También es importante para Atxaga, coincidencias de esas que nos descubre
la literatura.
Encerrados como llevamos 67 días,
pensamos en la gente, sí. Pero también recordamos paisajes que nos arropan, que
nos hacen pensar en ese apego a un lugar, en esa necesidad de regresar. Salimos
a caminar como si descubriéramos el mundo, como si hubieran puesto las flores
ahí para nosotros, como si el cielo cambiara de color para hablarnos a cada
paso que damos. Siempre es José
Antonio Muñoz Rojas el que nos recuerda que todo es hermoso si paramos a
mirar. Solo si paramos a mirar. “Y este manzano joven, aún sin hojas, que de
pronto se ha puesto a dar flor y que parece un candelabro de flores, y que nos
ha detenido hoy largo rato en nuestro paseo haciendo que nos preguntemos, cómo es posible tanta hermosura en tan poco
lugar.” Se trata de eso. De estar atentos, de no perder lo que surge, de
apreciar a cada metro que avanzamos lo que se nos brinda. Los regalos que están
ahí afuera.
El cielo, sábado 16 de mayo de 2020. |
Anhelamos regresar a los lugares que en
algún momento tuvieron su significado. Creemos que el espacio sigue siendo el
mismo, pero tal no vez no nos hable de igual manera. Mascha
Kaléko afirmaba que “el paisaje se queda, en tanto nuestro tren / deja
atrás esas millas que ha medido.” El campo, las calles, el cielo; pueden
manifestarse intactos, pero nosotros somos otros. Distintos de los que los
vivieron la última vez. Deberemos aprender y, sobre todo, redescubrir qué sentimos
ahora en ellos. En los paisajes, y quizá,
también en las personas. Crear nuevos apegos. Dar valor a todo lo que hemos
añorado día tras día porque eso forma ahora nuestro paisaje, el que vemos desde
el tren con el miedo a que no vuelva.
Regresaremos a cada rincón que antaño nos
era necesario. Reubicaremos su importancia en el nuevo mapa. Su necesidad entre
lo esencial tras lo ocurrido. Viajaremos hacia esos parajes con la esperanza de
que nos devuelvan todo lo que creemos perdido, que nos retornen a todos los que
nos son vitales. Recordaremos las palabras de Hannah
Arendt, “Incesantemente nos aparta la vida de aquello / que hace apenas un
momento estaba a las puertas / con todas sus energías. / Incesantemente se
acerrojan puertas y se hunden / puentes / en el flujo de la corriente apenas
los tocas con el / pie.” Lo que estaba ahí mismo hace apenas un momento, 67
días, cambia aunque permanezcan las ganas, la ilusión o la necesidad. Puede que
ya no sea el mismo lugar, pero queda lo que nos hizo vivir, aquello que era
urgencia y era raíz y lo era todo. Que la corriente nos lleve de nuevo, estirad
bien el pie.
El cielo, diez minutos después, sábado 16 de mayo de 2020. |
On aniràs en primer lloc?
ResponderEliminarValladolid, Andorra, Barcelona i Espot.
Eliminar