“Queda la insensatez del
ánimo
cuando se sitúa en modo
desorden y cree:
la próxima vez estudiaré
alemán,
la próxima vez seré más
fuerte, la próxima vez
naceré en Viena.
La próxima vez.
En una tierra sobre la
que gime la hierba
que decimos conocer.”
"Carintia 3", Pilar Adón en Las órdenes
Cuando se desordena el
ánimo y nos dice que debemos ser más fuertes. Cuando la conciencia nos exige
que seamos mejores en cada paso, que pisemos con más fuerza o con más
seguridad. Como si no hubiéramos sido suficientemente hábiles y valientes a la
primera. Como si esa vez no contara y tan solo se nos brindara de prueba.
Estos días he visto Mulán, Gambito de dama y Enola Holmes. En
ellas se empodera a la mujer, sí. Se le otorga el coraje pero siempre desde la
duda, desde el temor a fallar, desde el miedo a que camine sola. Remarcando la
insensatez del ánimo que decía Pilar
Adón. Mujeres que deben emprender el
destino en soledad, sobrellevar lo que acontezca, liderar sus propias
decisiones. Cargada a sus espaldas la mochila llenita de piedras, la que encorvará
su fuerza y les robará la ligereza para el vuelo. Lo definía a la perfección Mónica Ojeda en Las
voladoras con aquel “es inagotable la pena que un cuerpo es capaz de sostener”.
Sostenemos la pena
impertérritas para que nos reconozcan fuertes. Para organizar la Navidad,
comprar regalos, montar agendas. Fingir la sonrisa de la normalidad. Fingir. En
Despojos, Rachel Cusk
explicaba cómo actuamos para conseguirlo. “Este esfuerzo incesante por producir
normalidad es como una falsificación artística, tan laborioso comparado con la
facilidad con que se creó el original”. Recreamos falsificaciones. Pintamos
copias que hacemos creer que son las de antaño. Falsificamos. Mentimos.
4 de Diciembre de 2020. |
Pero tengamos claro que si no llegamos a recrear esa normalidad que ya no existe, si no nos
sentimos animosas para vivir las fechas que vienen como si fueran una pintura
maravillosa, debemos sincerarnos y gritar que no soportamos el fuego. Lara
Moreno ya nos lo anunció en Tuve una jaula, “se puede respirar en el fuego.
No todo el mundo es capaz de llevar el fuego en las manos, no todo el mundo. No
todo el mundo es capaz de recibirlo”. Porque aunque nos vendan humo con nuestro
empoderamiento, también somos valerosas para afirmar que no resistimos con ese
fuego entre las manos.
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