Desde los dos ventanales de mi casa puedo ver la biblioteca. Su pared acristalada
deja que yo, desde mi salón o desde mi cuarto, vea sus estantes repletos de
libros. Divise a sus lectores entre pasillos o en sus butacas de lectura o de
consulta. Para una niña que soñaba, entre otras cosas, con ser bibliotecaria, diríamos que este fue
un regalo del destino. Creyendo, siempre una, que las cosas no pasan tan sólo
porque sí.
Cuando visité el piso por primera vez y salí al balcón supe que era mi casa.
Mis ojos se clavaron en ese jardín trasero de la biblioteca. En cómo desde
dentro de mi casa, a través de las ventanas, podría ver cientos de libros
ordenados por sus códigos. Nunca puse cortinas, nunca habrá cortinas, porque me
taparían la calma y el silencio que me llegan desde la biblioteca.
Fue lo primero que hice cuando me instalé aquí, hace ya ocho años este mes,
bajar a la biblioteca. Decir que era nueva y solicitar mi carné. Me tenían ahí
todos los días. Todos y cada uno de los días. Estudié todos sus pasillos, sus
títulos, sus variedades. La hice mía. Porque es parte importante de la vida de
una. No hace falta comprar todos los libros. Algunos de ellos tan sólo
están de paso en nuestro camino. Deben ser leídos y retornados al siguiente. Tal vez lo espera en una lista con un ansia feroz.
Las bibliotecas no son para los pobres que no pueden comprar sus libros.
No. Son para los ricos de conocimiento que no quieren dejar escapar la
oportunidad de investigar, de viajar, de descubrir, de enamorarse, de soñar.
Son lugares mágicos, siempre iluminados. Siempre recibiendo, como en ningún otro
sitio, la luz perfecta para la lectura.
Siempre que viajo me gusta visitar las bibliotecas del lugar. Caminar en silencio por sus pasillos y contemplar cómo la gente lee, busca, estudia o piensa en la mayor de las quietudes. Al regresar a casa encuentro la mía, tras la ventana. Cada mañana admiro cómo recibe a sus lectores o reordena sus estantes. Cada noche, desde aquí mismo donde ahora escribo, vislumbro cómo apagan las luces y cierran sus puertas. La lectura queda entonces tan sólo en mi sofá bajo mi lámpara.
Siempre que viajo me gusta visitar las bibliotecas del lugar. Caminar en silencio por sus pasillos y contemplar cómo la gente lee, busca, estudia o piensa en la mayor de las quietudes. Al regresar a casa encuentro la mía, tras la ventana. Cada mañana admiro cómo recibe a sus lectores o reordena sus estantes. Cada noche, desde aquí mismo donde ahora escribo, vislumbro cómo apagan las luces y cierran sus puertas. La lectura queda entonces tan sólo en mi sofá bajo mi lámpara.
No dejéis de visitarlas, de perderos en ellas, de dejar que os llamen esos
libros. No perdáis la oportunidad de disfrutar de su luz, de enamoraros de su
silencio, de deleitaros con el olor de su papel.
Ya lo dijo el querido Neil Gaiman en su día “Google can bring you back 100,000 answers, a librarian can bring you back the right one.”
¿Las fotografías? – os preguntáis. Son de The Rijksmuseum Research Library de Amsterdam. Algún día pasearé entre estos estantes... ¡prometido!
¿Las fotografías? – os preguntáis. Son de The Rijksmuseum Research Library de Amsterdam. Algún día pasearé entre estos estantes... ¡prometido!
Mmmmmmmmm... Quanta raó tens!!!
ResponderEliminarLes biblioteques són el millor lloc del món... amb perdó del meu raconet al sofà amb un llibre i la peque amb el cap a la meva cuixa mentre li llegeixo en veu alta!!!!!!
aiiiixxxxxx això és inigualable!!!!! però la biblio mola miiiiil!!!!! gràcies per les teves helen-idees!!!! en vull més!!!! una al mes????? muà!
EliminarAi Esther, escribes TAN bonito... Me das mucha paz con cada palabra. Hay una cosa que me gusta más que ir a una biblioteca, es leer sobre ellas. Me estaba recordando mucho al principio de "La sombra del viento", cuando se adentra en aquella biblioteca. Me ha encantado.
ResponderEliminarLa vida últimamente me zarandea un poco, pero que sepas que te leo todo y sigo cada palabra.
Beso!!
Ayyyyy qué bien que te dé la paz que tanto te hace falta, preciosa del norte!!!! A mí me calma escribir y me calma y me encanta compartirlo con vosotr@s. Sé que estás. Lo sé. Y tú también sabes que sigo aquí, a tu vera. Eh! Un besote!
EliminarQue suerte tienes de poder disfrutar de esas vistas. Desde luego no creo que haya sido casual :) Y la biblioteca de las fotos es increíble. Me la apunto por si tengo oportunidad de ir.
ResponderEliminar¡Apúntala! Y si vas antes que yo, ¡cuéntame! Nada es por casualidad, eso seguro. Estaba aquí esperándome ;) Un besote, guapi!
EliminarNena!!!! No m'he fixat mai que es vegi una biblioteca des de casa teva!!!! La pròxima vegada que vingui m'ho has d'ensenyar eh!!! La veritat és que tant la lectura com l'espai et peguen moltíssim, segur que si fossis protagonista de inside out, una de les teves Illes essencials tindria forma de piles i piles de llibres dins d'una sala amb inmensos finestrals.
ResponderEliminarCom que nooooooooooooo!!?? Això ho hem de solventar!!! M'encanta la teva visualització de mi a inside out, seria jo súper ben definida!!! muà!
Eliminar<3 Cómo he disfrutado con tu historia y volver a revivir ese sentimiento de ser como Matilda :)
ResponderEliminarSi alguna vez vas a Maastricht no te puedes perder su librería Selexyz Dominicanen. No es una biblioteca pero es impresionante.
Uoooo anotado lo de la librería. Y emocionada con tu comentario, por hacerte sentir así con mis palabras. Gracias por pasar por aquí. Un abrazo.
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