Mientras se cuece a fuego lento
la labor del otoño, una no puede tener las manos quietas. Maleta abierta para
una escapada fugaz al Pirineo y en mi mente aparecieron unas fotos que aún no existían.
Un telar colgado de un árbol, una imagen de lana en el frondoso bosque.
Imaginar y actuar, así soy yo.
Recuperé mi telar y escogí la lana. Sigo con mi delirio por el oro, el dorado,
la miel y el amarillo. Tan solo lo había probado en una ocasión y entonces hice
el punto básico. Esta vez, y como me pasa con el bordado, quise probar todo lo
que me permitiera el tamaño del mismo. Aprendí puntos nuevos de la mano de dos webs The
weaving loom y Gathering
beauty. La primera es exclusiva de telar y esta chica explica
maravillosamente y paso a paso cómo disfrutar entre hilos. Se queda como
maestra jedi del telar para siempre. Con ellas he aprendido a tejer desniveles,
nudos
enlazados, loops
o trenzas.
Fue una tarde súper enriquecedora
porque cada hilo era una aventura nueva, un aprendizaje y un reto. ¿La pena? Es
que es un telar tan pequeñito que rápido se termina. Como veis en las fotos del
proceso, cada cambio de hilo supone puntas nuevas que al final deberán
rematarse por el dorso de la labor. Lo único molesto de tejer en telar. El
resto, pura maravilla.
Maleta hecha para mis dos días en
el Pirineo. Telar dentro. En cuanto llegué lo primero que hice fue buscar el
elemento que le faltaba a mi pequeña creación: el soporte. El lugar para la
sesión, lo sabía. Justo a la entrada del Parque
Nacional de Aigüestortes. Así que subimos cámara en mano buscando los
árboles que albergaran un nuevo recuerdo del Atelier.
Siempre se sabe para quién es la
labor terminada. Eso supone una implicación emocional mayor en todo el proceso.
Esta vez Elena, en cuanto vio que empezaba a tejerlo, dijo: “Para mí, para mí”. Sus deseos deben ser cumplidos. Así que
fotografié su telar en un lugar en el que ella hubiera disfrutado. Elena
hubiera cerrado los ojos y hubiera dicho que se llevaba esa paz para las crisis
de rutina que sobrellevamos en la city durante el invierno. Le traigo un trozo
de esa paz colgado de un tronquito que lleva impregnada la fragancia del
Pirineo.
Si estoy yo de por medio, nada es
tan fácil como parece. Del proceso de perder el telar por el monte y volver a
subir y subir y subir en su busca… lo dejo a vuestra imaginación. Ahora a
por otro telar y como decía Elisabeth Mulder "Hilandera de quimera, tejedora de ilusión..."
Oooooooooooooooooooohhhh! és que es una meravellaaaaaa... i sí porta pau pels dies d'estres que ens esperen.
ResponderEliminarQuan el tens a les mans la pau et comença a entrar pel tacte i pels moviment repetitius de tocar els punts... Una meravella!
Arbrets, verd, vent, fulles... Esther. La super E!
Quins bons ulls tens sempre amb mi, bonica! M'alegro que el teu atelier ara tingui un trosset de bosc! En podem fer molts més!!! Una tarda de teler amb la Martineta a la de JA, però necessitem dos teler més llavors!!!!
EliminarEl marc idoni per teu (vostre) telar!
ResponderEliminarI taaaaaaaant allà ens hi quedaríem les dues amb el telar penso jo!!!! Gràcies per passar guapi!!!! muà!
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