Muchos aprendimos a amar la literatura de la mano de Lorca, Cernuda o
Alberti. ¿Qué hubiera pasado si lo hubiéramos hecho a través de Chacel,
Champourcín o Concha Méndez? Divagamos entre los ensayos de Ortega y Gasset,
sin atender a Zambrano. Admiramos la obra de Dalí, ¿y si nos hubiéramos perdido
entre las pinturas de Ángeles Santos o Maruja Mallo? Atender a todas esas
mujeres olvidadas durante la generación del 27 ¿hubiera cambiado el curso de
nuestra historia personal? ¿Tal vez una se hubiera decidido y se hubiera lanzado de cabeza a escribir? A veces pienso que como ellas fueron silenciadas, lo
hemos sido muchas desde entonces. Quién sabe si habérnoslas hecho empapar en su
momento, como hicieron con ellos, hubiese cambiado nuestro rumbo. Quién sabe…
Lo cierto es que 17 años después de mi COU literario, siguen sin casi
aparecer. Sin llenar las aulas con sus versos, cuentos, novelas, pinturas,
ensayos filosóficos. Siguen silenciadas. Mantenidas en modo avión. La mayoría
siguen conociéndose como la mujer de, la amiga de, la amante de, la protegida
de… Algunas siguen sonando vagamente para muchos, pero pocos recuerdan o gozan
de lo que fue su magia. Magia que se quedó en la sombra, dentro de la chistera.
Tània Balló ha conseguido estirar de esa chistera el conejo blanco, la
paloma y hasta los cientos de pañuelos de colores. A través de Las Sinsombrero
las ha hecho revivir. Recordándonos a las que conocíamos y descubriendo nuevos
mundos a los que regalar las horas. Recuperando sus vidas, algunas de ellas
escondidas hasta para sus familiares. Su inquietud por la luz hizo que naciera
el documental, y tras él el libro. Seguir los pasos de Ballò ha hecho que me
adentre y me refugie en el mundo chaceliano. Que mi ansia lectora devore todo
aquello escrito por la pucelana. Que haya deleitado a mis sentidos con los versos
de Ernestina de Champourcín , Concha Méndez o Josefina de la Torre. Tenga en
lista los libros de María Teresa León. O haya disfrutado leyendo sobre Marga
Gil Röesset, siendo solo Marga como la queremos y respetamos muchos de
nosotros. Por eso, por todo eso y más, Tània merecía ser recibida con los
brazos abiertos. Descubrirla personalmente ha sido releer el libro en su
mirada. En su voracidad por gritar al silencio, por luchar contra la tradición
del olvido.
Su lectura generó mi deseo de más. Apasionada que es una para todo. Mi
proceso de descubrimiento Sinsombrero fue acompañado de mis fotos lectoras.
Fotos que poco a poco fueron bordadas. Acariciadas de nuevo por el hilo. Cada
una de ellas una mujer, una luchadora, una voz que se escucha si aguzas el oído.
He vuelto a bordar, esta vez para Tània. Ver cómo se abrían sus ojos al sacar
del sobre los bordados fue el mejor agradecimiento posible. No podía creerse todo lo que había generado llegar a la última página escrita de su libro. El frenesí
con el que una puede continuar esa historia de silencios. Cómo puede hilar de
colores esos olvidos para unirlos y unirlas a ellas.
Deseosa ya de la segunda parte. De vivir el documental y de zambullirse
entre sus páginas de nuevo. Mientras espero, seguiré leyendo a mis valientes.
Si no habéis disfrutado del proyecto os animo a descubrirlo. No os
arrepentiréis. Sigamos entre páginas y ¡quitémonos el sombrero!
Nena, aunque no me de la vida para comentar todo lo que leo, que sepas que te leo y sigo siempre.
ResponderEliminarEl tema que traes hoy sí debería ser tratado en la reforma educativa en el congreso de los diputados. Sin duda creo que ese silencio puede hacer pensar a muchas niñas que ese camino no es para ellas. No de forma directa, pero sí de una manera más inconsciente.
No sabes cuánto me acuerdo de ti cuando veo a la Milá anunciar su nuevo programa y la pena que me da que no te hayan dejado expresar todo esto y en su lugar hables del Midori (con todos los respetos por el Midori).