... con un lejano rastro de cacao que saborean al raso de la tarde.
La nostalgia se organiza en pequeñas cajas cerradas. Una de ellas cuando la abres huele a pan, a tardes, a risas y a merienda. Ángeles Mora dedica un poema a esas rebanadas que nos vienen a la mente si recordamos la niñez. Curioso es que todos tengamos esa cajita con un olor similar. Que recordemos con cariño cómo nos untaban ese pan con mantequilla. Que no olvidemos cómo luego nos daban ese buen trozo de chocolate, o revivamos como la abuela espolvoreaba el cacao sobre el amarillo y el azúcar. Nos parecía un manjar, comida de Dioses. Recompensa merecida de buenos nietos, creíamos. Nos daba fuerza para corretear media tarde antes de los deberes, su dulzura nos alegraba el final de la jornada. Recuerdos en casa de mi abuela paterna, siempre vienen a mi mente si pienso en la merienda.
La nostalgia se organiza en pequeñas cajas cerradas. Una de ellas cuando la abres huele a pan, a tardes, a risas y a merienda. Ángeles Mora dedica un poema a esas rebanadas que nos vienen a la mente si recordamos la niñez. Curioso es que todos tengamos esa cajita con un olor similar. Que recordemos con cariño cómo nos untaban ese pan con mantequilla. Que no olvidemos cómo luego nos daban ese buen trozo de chocolate, o revivamos como la abuela espolvoreaba el cacao sobre el amarillo y el azúcar. Nos parecía un manjar, comida de Dioses. Recompensa merecida de buenos nietos, creíamos. Nos daba fuerza para corretear media tarde antes de los deberes, su dulzura nos alegraba el final de la jornada. Recuerdos en casa de mi abuela paterna, siempre vienen a mi mente si pienso en la merienda.
Pero esa caja no tan solo revive la merienda. Recuerdo las tardes de los sábados con mi
madre amasando la harina para la empanada. Tal vez como dice Sara Herrera Peralta, amasaba el
dolor como se amasa el pan tan necesario. Tal vez sí, y ahora lo vemos. Sus manos
enharinadas dando vueltas a la futura cena. Las nuestras de pinches amasando
con ella, siendo partícipes de todo lo que mezclábamos allí. Memoria de ese
rodillo que estiraba y estiraba, como estirábamos la tarde para que no se
terminara nunca ese rato de paz y de cocina. Ese silencio y esa luz del horno preparada
para quemar el dolor y dorar los buenos recuerdos. Con la masa sobrante
preparábamos la torta de manzana. Ese olor, mezcla de dulce y salado a tandas
en el horno, aún me viene ahora los domingos en los que no salgo de casa. Como si
escuchara a mi madre trajinar en la cocina.
Así es como preparo este año mi participación en los Swapetines. Intercambio de
calcetines tejidos a mano organizado por Pilar, por si alguien anda perdido. Ya
tengo mi asignación secreta y pienso amasar con cariño esta malabrigo color chocolate
amargo. Darle las vueltas necesarias para que no queden grumos. Para que sea
memorable y contenga toda la ternura posible, con su pizca de sal, eso sí. Para
que salga del horno a tiempo y arranque una sonrisa con su olor. Tengo el
patrón decidido pero no desvelaré el secreto aún por si no soy capaz de tejerlo.
Iré publicando avances en Instragram y en Facebook. Y prometo vivirlo con la
intensidad de los 250ºC, con la calentura del grill y la ilusión que produce el
subidón por la levadura. ¡Que den comienzo los juegos del calcetín! Yo me pongo ya con la merienda...
Mientras dure el proceso, tengo dos meses por delante, me quedo con uno de
los versos más bonitos escritos sobre la merienda. Os lo dejo por si os
estremece tanto como a mí. Andrea
Valbuena dejó escrito:
M'encanta! Que rodó tot plegat!!!!
ResponderEliminarGràcies, no saps la il·lusió que em fa que em llegeixis. Sempre sé quan es comença a rebre el post de la setmana: quan ja hi ha el comentari de l'Eva ;) muà!
EliminarNo tengo palabras, todas las has empleado tú en su perfecta posición y su correcta utilización. Es como escuchar a un río correr o a las hojas de un árbol ser movidas por el viento. Es lo más bonito que he leído en mucho tiempo y yo misma he recordado esas tardes con mi madre. Emocionada estoy, niña. Besos y gracias por volver.
ResponderEliminarAyyyyyy mi niña, qué bien que te haya sentir así y recordar y revivir. La nostalgia nos ayuda a que todo eso no se vaya, lo escribo para que no lo olvidéis ;) Me alegra emocionarte y espero seguir haciéndolo y que estés ahí. Un abrazo enorme.
EliminarAinss,que bonito escribes,tengo un nudito medio de emoción, medio de añoranza. Me encantaría recibir un paquetito con unos swapetines tejidos así. Por mi parte estoy empezado a calentar el horno para que la receta que nos has descrito me salga tan bien como la tuya, por lo menos voy a intentarlo
ResponderEliminarGracias, Isabel. Quien sabe si esta receta no es para ti!!!! Me alegro de ese nudito tras leerme, espero que sigas por aquí. Un abrazo y a tejerlo en el horno!
EliminarMi pareja y yo empezamos nuestra relación tomando un chocolate los lunes por la tarde. Siempre hemos sido chocolate adictos. Cada uno en su camino. El era de los que su madre premiaba con pan con chocolate por las tardes. Yo guardo un recuerdo permanente en mi mano izquierda por querer zahor Block y no tener fuerza para cortarlo (mala idea coger un cuchillo...)
ResponderEliminarMuchas tardes preparamos en casa chocolate a la taza (he de decir q a estas alturas me queda muy bueno) y cuando vamos d viaje hacemos chocoturismo por las chocolaterias de la ciudad que visitemos.
Es curioso. Hoy he abierto una tableta de zahor Block. En mi memoria era el más maravilloso de los chocolates. Hay lugares a los que uno no debería volver... o quizás es que ahora prefiero el chocolate de sus besos...
Mi pareja y yo empezamos nuestra relación tomando un chocolate los lunes por la tarde. Siempre hemos sido chocolate adictos. Cada uno en su camino. El era de los que su madre premiaba con pan con chocolate por las tardes. Yo guardo un recuerdo permanente en mi mano izquierda por querer zahor Block y no tener fuerza para cortarlo (mala idea coger un cuchillo...)
ResponderEliminarMuchas tardes preparamos en casa chocolate a la taza (he de decir q a estas alturas me queda muy bueno) y cuando vamos d viaje hacemos chocoturismo por las chocolaterias de la ciudad que visitemos.
Es curioso. Hoy he abierto una tableta de zahor Block. En mi memoria era el más maravilloso de los chocolates. Hay lugares a los que uno no debería volver... o quizás es que ahora prefiero el chocolate de sus besos...