No solo heredamos relojes de pared o tierras en el Pirineo. También quehaceres,
maneras, olores, gestos y palabras. Muchos de ellos nos llegan ya en vida para
poder darnos cuenta de que vienen impregnados de pasado. Lo bueno, lo curioso del
caso, sería saber si no eres la primera generación en recibir ese legado. Si ha
sido transmitido ya con anterioridad, si tal vez la abuela de tu tatarabuela ya
recibió esa característica familiar. Mágico sería poder hacer un árbol
genealógico de herencias en vida, pero no materiales ni ante notario, no.
Últimamente he leído poesía de mujeres que hablan justamente de eso.
Coincidencia o no, en todas ellas he encontrado referencias a las herencias, la
memoria, los recuerdos familiares que aparecen de sopetón como si nos
despertaran del letargo del presente. Ángeles Mora, Sara Herrera Peralta, Mascha Kaléko o Natalia Litvinova son un buen ejemplo de esas lecturas. El reciente
poemario de esta última es en esencia la caja de recuerdos
que abre en Argentina llegada de su Bielorussia natal. Cada página impacta con
un flash-back de su niñez. Un hecho reconstruido a ciegas, sin levantar
la mirada. Porque no hace falta abrir los ojos para ver ese pasado,
porque esos momentos llegan a ti como las imágenes salpicadas en un cuadro de Pollock. ¿Hay mejor manera de decirlo? No, Natalia, no la
hay. Porque todo eso que evocamos con la edad nos llega por salpicaduras,
retazos de memoria que aparecen por un gesto, una mirada, una risa, un artículo
en la prensa, una frase en un libro de texto, un comentario en la cola del
súper… Cualquier mínimo detalle hace resurgir ese río enterrado. Como dice
Litvinova, las aguas turbulentas del recuerdo no descansan. Y nos damos cuenta,
con el paso de los años, de cuántos detalles fluyen por esas corrientes
cargadas de nostalgia.
Yo he heredado el sabor de la tortilla de patata de mi padre. Riendo
estaréis. Pero también se heredan los sabores, yo lo sé. Pelo y corto las
patatas como él. Sin forma alguna, contradiciendo a mi jerárquica cabeza.
Finas, muy finas, para que se doren. No dejo de darles vueltas a fuego lento.
Cuchara de madera que va y que viene y las destroza. Con cariño las mezcla
haciendo que poco a poco se deshagan. Color oro reciben la cebolla. Sin cebolla
no es tortilla, diría él, porque le da la ligereza y el aire para respirar. Y
ese olor ya es el suyo. Ya me lleva tan lejos en el recuerdo que hasta parece
que no sea yo. Y ese aroma me devuelve a cuando él aún cocinaba, cómo nos
gustaba su tortilla. Regresa aquel olor y lo más sorprendente, también el sabor
que paladeo de nuevo. Recuerdo la primera vez que la cociné. Me embargó la
emoción porque el primer bocado ya contaba mi niñez. Ese día supe que esa sería
la mejor herencia, junto al reloj de mi abuelo. Ahora cada vez que me pongo a
cocinarla sé que seré capaz, sin querer y sin poder evitarlo, de recrear un
sabor que viene de antaño. Puede que ya fuera el de la tortilla de alguno
de mis antepasados. Yo quiero creer que sí. Pero… ¿eso cómo se sabe?
Y cocinando, lo poquito que me ven a mí los fogones, siguen avanzando los swapetines. A fuego lento pero sin parar de darle a la
cuchara. Bien mezcladito, un color y otro. Como la patata y la cebolla. Mi
primera labor de dos cabos distintos, hasta ahora labores solo de patata sin
aire. Así que en esta edición me estreno como swapetina trabajando con dos
madejas a la vez, a ver si soy capaz. De momento no se quema y huele bien. Un
pie terminado, a por el segundo, y disfrutando de la edición. Una edición que
como veis he tomado en el horno y la cocina, entre meriendas y tortillas. Será, tal vez, porque el destino de
mis calcetines tiene las manos en la masa…
Lo has vuelto a hacer.
ResponderEliminarAyyyyyy un abrazo, mi preciosa.
EliminarM'encanta! Primera herència que m'ha vingut al cap i que m'encanta és la manera com agafa la meva filla la forquilla igual que la iaia amb el dit petit amunt. Aquests swapetin mola mil! I per finalitzar vull tastar aquesta truita!!!!! Porfa!!!
ResponderEliminarAiixxxx quina emoció que et faci pensar en les teves herències, Eva. Què bé. La truita quan vulguis!!! ;) gràcies per ser-hi.
EliminarNo te conocía. Me ha encantado.
ResponderEliminarMi padre ha sufrido un accidente y estoy pasando unos días en su casa. Enfermera a tiempo completo. La herencia de olores que atesora su cocina, carece de parangón...
Gracias ;) Qué gusto ver caras nuevas por aquí. Bienvenida. Todos los lunes intento aparecer por aquí.
Eliminar