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lunes, 3 de abril de 2017

Abril venía...

Leer poesía es como convertirse en abeja polinizadora. De poeta en poeta, picoteando. De flor en flor, asimilando versos, absorbiendo el sol. Cuanto más polen, más palabras, más brillo. Más queremos. No se trata de quedarse con uno, se trata de no parar de descubrir. Elvira Sastre ya lo había dicho con anterioridad, pero nos lo repitió, esos saltos de Bécquer a Prado o a García Montero, hacen que una se reconozca en los versos, aprenda a leer, a escribir, a interpretar… porque las distintas voces dan luz a cualquier página aún a oscuras. Siempre tendremos poesía para darle al interruptor.

Recuerdo cuando nos dijeron en clase que debíamos recitar un poema de memoria, el que quisiéramos. Yo elegí a Juan Ramón Jiménez. Contaba con dieciséis años. No tuve ninguna duda, en ese momento, de que mi poema sería Primavera amarilla. Me fascinaba el amarillo desde las flores a los huesos de los muertos o las manos de Dios. Me parecía que Juan Ramón hacía magia con el color, que ese poema no tan solo tenía la musicalidad y el brillo, sino que le daba el tono exacto a los sentimientos. Cómo podía no rendirme yo a un dorado despertar de vida en exclamaciones de amarillo. Cómo podía dejar pasar esa canción, aparentemente alegre y primaveral, pero que ocultaba a su vez esa melancolía que yo ya sabía reconocer. ¡Cómo!?



De Jiménez, salté a Machado, a Lorca… de ahí a Cernuda y necesité a Baudelaire o Kavafis… para no parar ya nunca más. Recordar los primeros versos leídos en público, rememorar a esos poetas iniciales con cariño; hace pensar en los chicos que tenemos en las aulas. Desear que ellos también tengan sus saltos, de poeta en poeta y tiro porque me toca. Que configuren su propio juego de la oca, sin pozos ni cárceles que alejen los puentes. Tratar de iluminar su camino para que sean ellos quienes elijan sus estrofas. Tal vez lo sean las de Elvira Sastre o Andrea Valbuena, las que hayan encendido la mecha a la poesía de sus vidas. Y de ahí, tras La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida o Mágoa, necesiten más versos que les hablen y deban buscarlos en nuevos poetas, poemarios distintos. Quizá no empiecen por la Generación del 27, ya llegarán a ella. Los tiempos han cambiado, las redes, la rapidez, la proximidad, hace que poetas como Elvira o Andrea se hagan hueco en corazones grandes y pequeños, con la magia de entender lo que nos dicen, de emocionarnos porque nos identificamos y podemos extrapolar lo que sentimos a sus páginas. ¿Imagináis haber podido coincidir con el Instagram de Juan Ramón? ¿Hubiera dedicado sus fotos a Zenobia? ¿Habría compartido las flores que le llevaba Marga todos los días?

Por todo ello, porque la vida evoluciona, porque ya no huele a naftalina ni a laca a borbotones. Porque la modernidad se adueña de todo, me parece ridículo escuchar que si no se empieza leyendo a los clásicos no vale. Que si este o aquel no hacen poesía, no cumplen normas, no son rigurosos, no son poetas. ¿Quién certifica que uno escribe o no poesía? Si es leído es válido. Si consigue despertar las mariposas, ver los unicornios, saltar la lágrima, necesitar más, ya cumple el objetivo. Si lo leo y me siento identificado es que lo han escrito para mí.



Lo importante y memorable es empezar a leer y desear no parar. Saltar de uno a otro, solicitar más nombres, idiomas, temáticas distintas. Hacer que la poesía esté presente por decisión propia, que un buen día despierten y les vengan unos versos a la cabeza porque sí. Que depende de cómo se sientan puedan escoger un poema u otro que explique eso mismo, ese día sabrán que la necesitan. Ese día reconocerán que deben seguir el camino del sol que unge de amarillo el mundo… tan solo ese día.

Aprender a leer poesía, entenderla, escribirla, desearla. Enseñar a hacerlo a los que vienen detrás. Aunque sean abismos los primeros versos, aún más complicados que las peores fórmulas matemáticas. Aproximar esos mundos metafóricos, esos sueños escritos a través de lenguajes más apacibles. Empezar por la modernidad, tal vez Benjamín Prado o García Montero antes que Garcilaso. ¿Por qué no? Sin desmerecer a De la Vega, ya iremos a él luego cuando deseemos impregnarnos de todo… Leed poesía, desde quien queráis, pero teniendo preparada la cama elástica para dar el salto al siguiente.  Siempre preparados al color que pueda daros…

Abril venía, lleno
todo de flores amarillas...

3 comentarios:

  1. Seria xulo veure el instagram dels autors que anomenes, seria poesia visual oi?

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