“En las fotos que guardo en el
álbum familiar, hay fotos que se asemejan entre generaciones distintas. A veces
miro algunas fotos de mi madre siendo joven o en edad adulta, regando una maceta,
leyendo un libro, sentada en la arena de la playa frente al mar, y reconozco
gestos propios en cada una de esas fotos. Este es un ejemplo del porqué de que
crea a tan ciegas que la fotografía y la poesía son la misma cosa. Un gesto
basta para hablar del pasado, del presente, de la nostalgia o de un crimen. Yo
sé que tengo algo de los ojos de mi madre en los míos, algo de sus manos. Si la
palabra es inútil, la utilizamos para tratar de acercarnos un poco a aquello de
lo que quisiera hablar el corazón, si ese de verdad fuera el órgano capaz de
hablar de amor.”
Herrera Peralta, Sara. Arroz Montevideo. La isla de Siltolá
(2016)
De vez en cuando todos tenemos
ataques de nostalgia. Volvemos a nuestra casa de la infancia con la necesidad
de repasar fotos. Localizamos el álbum y nos sentamos en aquel sofá donde un
día merendábamos ese pan con mantequilla, bien espolvoreado de cacao. Mejor si
estamos solos, en silencio con el blanco y negro. Revivir momentos, recordando
exactamente quien había tras el objetivo, quien enfocaba e inmortalizaba. Cada
fotografía hace rememorar una escenificación, una vivencia que quedó en un trocito
de papel. Si recuperamos imágenes aún más antiguas, tiene razón Sara,
identificamos en ellas gestos familiares. Últimamente he reconocido mi sonrisa
actual en las fotos de mi madre. Hacemos un mismo gesto, idéntico, que yo
siempre había negado. Está ahí. Igual que la mirada, este brillo en mis ojos
cuando sonríen también es herencia. Los ojos de mi padre ríen igual, las fotos
lo dicen, en ellas se ve.
La poesía de Sara, la más
reciente, se centra en las herencias. En los abuelos perdidos, en lo que ha quedado
de ellos y que perdurará para siempre. Por eso me atrapa, por eso decido
quedarme con ella. En esta su primera novela, Arroz
Montevideo, hace algo extraordinario. Un viaje de recuperación de la
memoria. Comparte con el lector su biblioteca, sus exposiciones, sus marcas en
los libros. Esas relecturas que podemos hacer tras nuestros subrayados o
exclamaciones al margen. Ella las transcribe, las comparte
haciendo que sean un poquito más nuestras. Ampliando así nuestra lista de
pendientes. Descubriéndonos personajes con historias sorprendentes como Louise
Bourgeois o Camille
Lepage, entre otras. Reseguimos su sendero a través de la literatura que
llena sus días. Siempre había pensado que sería fascinante poder recopilar todo
lo que me ha embriagado en cada lectura, ella lo hace. La admiro por ello y le
agradezco infinitamente que haya compartido esa vivencia personal, ese viaje a
por la tía Lola con nosotros.
Recorrer el camino por el que
dejaron sus huellas los muertos, a veces lo hacemos. Reseguir sus pasos,
desandando lo andado por ellos. Si cuento a mis cuatro abuelos, he perdido ya a
catorce familiares directos. Desde niña he ido despidiendo a mis seres queridos
antes de tiempo. Alguno de ellos en circunstancias trágicas, traumáticas,
imposibles de borrar. Esos adioses viven para siempre con nosotros. Aprendemos,
aunque cueste, a convivir con hospitales y tanatorios, conocemos las calles de los
cementerios. Nos hacemos expertos en el ritual del adiós. Asimilamos el dolor y
seguimos caminando. En el libro encontré una afirmación que me hizo cerrarlo y
dejar en reposo. Cómo las fotografías de todas esas personas que nos han dejado
siguen ahí… en el mismo sitio del álbum, sin moverse, al lado de los vivos. Seguimos pasando páginas y esas imágenes no se han disuelto. Permanecen al amparo del
recuerdo. Por eso, también yo, pienso que la fotografía es poesía.
Porque se dirige a lo más secreto que nos acompaña.
Reflexiona sobre cómo estas
situaciones de desgarro nos pueden lanzar a la escritura, cómo la palabra es
capaz de calmar la herida, de cauterizar el agujero. Muchas veces nos
invitan a salir, cámara en mano, a buscar en la fotografía aquello que sentimos. Capturarlo en
el exterior, crear esa poesía visual que explicará el dolor, la vida. Sus
páginas nos invitan a relacionar nuestras lecturas con lo que vivimos, a
recuperar noticias del periódico, enlaces encontrados al azar, a adentrarnos en las pinturas para hallar
lo que buscamos, a excavar en los exposiciones encontrando el mensaje escondido
que nos regalan. Cada página de Arroz
Montevideo me permitiría tirar de un hilo distinto. Crea una telaraña
magnífica de pensamientos, de nuevas ideas para escribir sin parar, ¡posts infinitos!
Trata de la poesía, del dolor, de
la pérdida, de la escritura. De encontrar respuestas en mujeres como Bourgeois,
Lapage, Salwa
Al Neimi, Joan
Didion, Anne
Carson, María
Zambrano, Eudora Welty, Alexandra
Boulat… ¿sigo? Nos regala la historia de su tía Lola, historia con más
silencios que mentiras. Historia que dibuja círculos espesos en los ojos y
grullas de origami con arroz para los muertos. Y también para los vivos. Porque
hay muertos que están muertos y otros que están vivos. Pensando en ellos, unos
y otros, decidí bordar la grulla. Dibujarla con hilo, como Lola y Céline lo hacían
con arroz. Para no olvidar lo que ha supuesto su lectura, la generosidad de
Sara Herrera Peralta y la gran lista de sensibles tareas que nos ha dejado
pendientes su lectura.
Preciós! A mí m'encanta mirar les fotos de la iaia que tenim en una vella capsa de sabates. M'agrada i alhora em fa vindre tristor de no reconèixer qui són aquellos persones y que ja no hi ha la iaia a la vora per explicarme qui són. Son un tresor
ResponderEliminarT'encantaria. De debò. Saps què? ets la meva súper fan... te mereces algo... m'encanta que apareguis cada setmana!!! gràcies! muà!
ResponderEliminarUns mitjonets teixidets per tu???😬
Eliminarhihiiiii no me da la vidaaaa, Evaaaaa!!!! muà!
EliminarJajaja ho sé!!
EliminarOhhh Esther que bonic!!! M'encanta veure el teu gust per la lectura, jo també ho comparteixo i no hi ha res mes chulo i emocionant que tenir un bon llibre a les mans!!! Jo disfruto molt llegint i m'agraden molt els teus escrits!!!!! ����������
ResponderEliminarAiiixxxx gràcies Yolanda, que bé que passis per aquí i que t'agradi. Compartir el què més m'agrada, i sobretot lectura, fa que altra gent en pugui gaudir i potser estimar-ho tant com jo ;) Abraçades gegants!
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