Este fue el primer poema que leí de Ben Clark. Llegó a mis manos incluido
en una revista de literatura, no la localizo, me perdonaréis. Recuerdo el
impacto causado, la emoción y la lágrima ante ese “… y tú eras de las noches cuando se iba la luz; la vela amable y
milagrosa tú, mi mundo mago” Me llegó de tal manera que ahí empezaron
también los versos bordados. Desde entonces, hace ya más de dos años, Ben no se
ha ido más.
Como me ha recordado estos días la lectura de Arroz
Montevideo, de Sara
Herrera Peralta, Cocteau decía que “poeta es quien escribe sin escribir”.
Ben hace más a o menos eso, es poeta, pone voz a aquello que sabemos que
sentimos pero para lo que no tenemos palabras. Pone voz a la inquietud, da sosiego al agujero. Siempre se ha dicho
que el lector de poesía hará suya la interpretación del poema, que este hablará para él, dirá lo que quiere y
necesita leer. Algunos no lo consiguen, él sí.
En La
Fiera nos rescata del letargo, nos hace reconocer aquello que duele y
que aun así seguimos esperando. Consigue que abramos los ojos para darnos cuenta
de que aquello que perseguimos en vano toda la vida, tal vez llegue, pero no
perdure. Que, tal y como decía Joan
Margarit, los principios nada tienen que ver con los finales. Que la fruta
se pudre, la flor se marchita, el arco iris se desvanece. Y cuando se ha
sentido ese desgarro, cuando ha dolido, leer a Clark hace que una asienta verso
tras verso y diga que sí, que tiene razón. Que ya nada vuelve a ser como hace
unos segundos.
Los
últimos perros de Shackleton
es un viaje a lo imposible, sin rumbo pero sin miedo, el triunfo del amor ante
la adversidad. Recordemos lo dicho, todo se diluye, pero si el momento vivido
es intenso, queda grabado en el hielo para siempre. Pertenecer al diminuto
imperio del aliento de Sir Ernest
Henry Shackleton. Tener la necesidad de buscar su vida y comprobar, como
dice Ben, que su historia es la metáfora misma del amor. En estado puro. Porque
resistimos, conquistamos, y así nos lo hace creer página tras página.
Los
hijos de los hijos de la ira,
recientemente reeditado por Delirio tras doce años de su publicación, nos devuelve
el joven poeta social. El que clama al cielo por los hijos de la bonanza, los que no conocimos la hambruna, ni la
guerra, ni la necesidad. Esos hijos que también descubrimos el sufrimiento y el
dolor, pero sin temer a las bombas. Esos mismos, los que llevábamos en mano la
navaja muda, afilada para cortar la carne, para helar con los ruegos los
geranios. Ben en esencia, pero lejano al del 2017. Él pero otro, con tanto por vivir.
Paralelo al poeta está el traductor. Acercándonos a George
Saunders con dos colecciones de cuentos del narrador estadounidense, aquí a
mi vera y aún por descubrir. De Anne
Sexton nos tradujo sus Poemas
de amor. Brindándonos imágenes ardientes, sensuales, emotivas.
Escribiendo para nosotros el deseo procedente de una lengua que viene de unos
labios, entreabiertos, medio animales… como toda pasión, como dos tijeras que
se juntan para cortar.
Junto a Borja Aguiló
alinearon a los poetas muertos en la I Guerra Mundial, aquellos que se llevaron
el don de la palabra a las trincheras. Mediante este trabajo, Tengo
una cita con la muerte, descubrí a muchos de ellos, indagando en sus
biografías y enamorándome de Edward Thomas. Azares
de la vida, el traductor de la Poesía
Completa del poeta de guerra inglés fue Ben Clark, precisamente. Más de
cuatrocientas páginas llenas de magia, de lucha, de perseverancia… de proclamar
a los cuatro vientos cómo no muere todo aquello que primavera tras primavera es
aprendido y cantado por los tordos. Pena la mía desprenderme de esa joya para
devolverla a la biblioteca. Ese ejemplar de Linteo con Thomas y Clark, acabará
siendo mío, anotadlo en vuestra memoria.
Todavía quedan páginas del ibicenco por descubrir. Palabras que volverán a
emocionarla a una como si fueran partes de un diario. Como si pudieran ser
transcritas para expresar lo que pensamos los lectores. Era necesario un post sobre su
poesía para que vosotros, ahí al otro lado, no os perdáis lo que también os puede hacer sentir. Para que permitáis que aparezca la fiera. Para que
aprendáis a amansarla y os dejéis llevar por su palabra…
Per quin començo???
ResponderEliminarLa Fiera o Los perros, o els dos! us agradarà segur ;) fes-me caaasss!!! gràcies, bonicaaaa!!!!
EliminarApuntat!
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