Eva
Aeppli creó 15 Libros de Vida desde el 1954 al 2000. En ellos guardaba
entradas a exposiciones, fotos de amigos, cartas, dibujos, pequeñas notas,
documentos de gran tamaño e incluso borradores de obras posteriores. Estos 15 Livres de Vie se
expusieron en el Museum Tinguely en el 2005. Explicaban su vida, la
importancia que daba a cada pequeño detalle diario, huella de un sentimiento
que no volvería a suceder de la misma manera. Su recolecta siempre quedaba en
el libro.
Me recuerda cómo la
vuelta de cualquier viaje, por breve que sea, me supone la creación de una
caja. Las entradas a los museos, las tarjetas, los tickets de las compras, una
hoja en el camino, un sobre de azúcar, una servilleta, la cuchara de un helado,
las fotos, el diario de abordo… Todo en su conjunto recrea una vivencia que no
volverá, un té que no arderá de la misma manera, una imagen grabada que nadie
podrá borrar una vez archivada. Con el tiempo, cuando se vuelve a abrir la
caja, como le debía pasar a Aeppli con sus libros, una vuelve al lugar dónde
ardía la tetera y pasea de la misma mano.
Centre Pompidou de Málaga. Enero 2018 |
La artista suiza
demostraba su sensibilidad con estos libros, pero no tenía suficiente con ellos
o con sus ilustraciones o esculturas, necesitó crear títeres de tela. Pensaba
que igual que ella sentía la vida de manera tan intensa, también lo hacían los
demás y existía un sentimiento de grupo que necesitaba representar. Así, y
durante la salvaje vivencia de la Segunda Guerra Mundial desde su país neutral,
creó sus primeras figuras de ropa en tamaño real. Normalmente eran grupos y no
seres individuales, gente que no estaba sola pero que representaba una
sensación, un pensamiento, un miedo o dolor común.
Centre Pompidou de Málaga. Enero 2018. |
Los años 50 en París y su
unión a los artistas franceses de la época, junto a su intervención continuada
con Amnistía Internacional, hicieron que recreara el llamado Grupo de los 13.
Se puede admirar ahora en el Centre
Pompidou de Málaga, llegado desde la ciudad gala. Trece grandes figuras de
tela en tamaño real, sentadas, con las manos en descanso en el regazo. Trece
personas con los ojos cerrados, aunque pareciera que los vayan a abrir en cualquier
momento, como si estuvieran en vigilia. Trece personajes en sus sillas y tres
de ellas vacías, esperando a algo o quizá a alguien. Tantos como en la imagen
de La
última cena de Da Vinci, quién sabe si aguardan al traidor o si este ya
está acomodado entre ellos. Su intención era manifestar el sufrimiento
silencioso, sin Cristo, sin mesa, sin cena, tan solo la espera, el vacío, la
falta y los ojos cerrados.
Quedarse ahí quieta, ante
todos ellos, cerrar también los ojos y compartir su silencio. Lleva a
reflexionar sobre esa verdad del padecimiento conjunto, cómo el compartir lo
que nos sucede puede hacer ese sentimiento más llevadero, la espera más corta,
la traición menos dura; puede llenar esa silla vacía de la mano de aquel que
está sentado a tu vera, como quiso representar Eva
Aeppli.
Centre Pompidou de Málaga. Enero 2018 |
Quina impresió en directe deudn ser brutals!
ResponderEliminarbrutals del tot, Eva!!! Us urgeix escapada al sur!!!! Aquesta setmana sense post... el dilluns, torno, prometido!
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