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lunes, 8 de febrero de 2016

Madrid, Madrid, Madrid.

Madrid. Qué bien sienta vivirla. Ni que sea un fin de semana. Ni que sean unas horas. Tiene una luz que emborracha. Cada calle es un misterio, una casa o una placa que algo esconden. ¡Literatura pura es esa ciudad! Hace unos días estuvimos allí y ya lo dicen que vale más una imagen que mil palabras. Aunque “escribiente que no escritora una" lo ponga en duda. Comparto con vosotros unas fotos que resumen nuestros placeres de ese par de días. 
En el Museo ABC hasta el 3 de abril se prolongará la exposición Feliz No Cumpleaños. Dedicada a la maravillosa Alicia de Lewis Carrol en su 150 aniversario. Una retrospectiva a la vida del literato matemático y de su pequeña Alicia de la mano de los ilustradores de mayor renombre. Cada ilustración es mejor que la anterior. Aunque es una exposición muy pequeñita, se agradece la ambientación, las diferentes caracterizaciones de la protagonista y sobre todo la gran selección de versiones del cuento que ofrecen a la venta. Si tenéis ocasión, a por ella.
Nuestros guías nos tenían preparada una sorpresa para la comida. Nos llevaron al Tandoori Station. Un restaurante indio que resultó ser un festival para nuestros sentidos. Probamos el menú degustación y cuando lo recuerdo aún me parece revivir los sabores por unos minutos. Totalmente recomendable.

Siempre he pensado que las puestas de sol son regalos de la vida. Sobre todo cuando el cielo se tiñe de ese rosa tan intenso. De ese fucsia tan hipnótico. Y así nos lo ofreció Madrid. Gozamos de ese ir del rosa al negro desde el Templo de Debod. Mágico recibir el anochecer así. 
La noche la disfrutamos con la compañía Ron Lalá en su versión y adaptación de textos de Cervantes. Cervantina en el Teatro de la Comedia, recién remodelado. Magnífico el trabajo de adaptación de Álvaro Tato y la representación dirigida por Yayo Cáceres. Carcajadas y disfrute de textos a partes iguales. Participación en la obra por parte del público incluida. No dejéis de verla. Empiezan bolos por diversas ciudades españolas. Así que ya estáis mirando por dónde pasan y comprando entradas. Se agotaron en Madrid, suerte que (precavida yo) las compré ya en septiembre. Vale la pena, Cervantes-adictos, amantes de la literatura. ¡Vale la pena!

El domingo disfrutamos de mi sentido más Diógenes de la vida descubriendo el rastro madrileño. Caminamos por el barrio de la Latina entre ¡oh! y ¡oh! y una pena inmensa de vivir en una casa tan extremadamente pequeña. Pero igualmente, junto a cientos de personas, paseamos felices entre trastos viejos. Tesoros antiguos. Abandonados por manos y corazones que ya no los desean. Al amparo de nuevos corazones con síndrome de Diógenes. O, llamémosles, cazadores de joyas.

Una parte del viaje me la dejo en el tintero. Le daré tinta la semana que viene. Merece post a parte en conjunción con una nueva labor. Ya sabéis: cabecita loca yo. Estoy tejiendo más que poco. Pero el año nuevo ya lo tiene. Recolocación y resituación en marcha. Disfrutad de Madrid, que tanto se deja disfrutar.  

2 comentarios:

  1. Que de sitios chulos te ha dado tiempo de hacer. El Tandori station es genial. Yo he estado un par de veces y la verdad es que me gusta mucho. Y esos atardeceres.... Ayss me ha entrado morriña y todo.
    Deseando ver la segunda parte ;)

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  2. Preciosa, me encanta que te haya transmitido morriña, eso quiere decir que llega de verdad lo que aquí escribo. Un pedacito de Madrid, tan bonita que es!!!! Y al Tandoori a repetir!! Un besote!

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