Leer, hundir los
pies en la arena y cargar tesoros de conchas y piedras preciosas. Quizá antes
eran botellas de cerveza lanzadas al mar. Reconvertimos, revaloramos, miramos
con ojos distintos. Pasear con restos de sal en la piel y en los labios,
agarrando el sombrero de paja porque vuela. Recuerdas que una vez más
olvidaste coserle la cuerda que lo sujeta. Tropezarse con frases de Laura
Ferrero, “se deja de existir en el preciso instante en que se finge la
felicidad”. Dejar caer las lágrimas que rememoran lo que duele, lo recién
perdido, lo añorado. Porque no debe fingirse aunque la brisa marina te despeine
y te susurre “afortunada, afortunada…”. Y entonces regresa a ti Lighea, la
sirena de Lampedusa,
por el susurro y la locura, y quieres releerlo en el momento. Comerse una
paella con vistas a la playa aguantando el punto de oleaje que te produce el
vino blanco. Retenerlo en la boca, saborearlo. Saber que te va a hacer flotar y
así dejarás de llorar. Colgar stories y selfies y fotos pensadas a conciencia,
porque eres tú y te da la gana hacerlo. Escuchar audios de amigos queridos que
te querrían en Logroño. Tú miras el horizonte rebosante de barcas y los
piensas, al poeta y la lectora. Pensamientos silenciosos, no se lo digas, lo
sabrán aunque no lo escribas. Enviar un mensaje a alguien que echas de menos,
para que sepa que sigues ahí, sin importar el desánimo que marca tus ojeras. Almudena
Sánchez decía en Fármaco que “la tristeza va contra el protocolo y contra
el mundo. La tristeza es una revolución y altera a los felices. La tristeza son
gestos mundanos: un párpado hinchado.” Es un mensaje importante si te confiesas
gris aunque brille el sol. Es un mensaje valioso si al otro lado no le estorba
tu melancolía. De ahí llegas a Mariana
Enríquez porque haces tuyas sus palabras. “Entiendo perfectamente los
privilegios de mi vida y la frivolidad de mi melancolía; me permito la amargura
por todo lo que no es importante, porque también se lo merece y no puedo
evitarlo, ni siquiera una mañana de primavera en Highgate.” No estás en
Highgate sino en la Costa Brava. Igualmente te permites la melancolía de esos
pequeños instantes con el pelo mojado. Porque sí. Porque tú quieres. Porque
tienes derecho al abatimiento le pese a quien le pese. Tarareas canciones con
los escarpines llenos de arena, con una media sonrisa y la toalla enrollada
abrazando tu humedad. Esos microsegundos de felicidad son los que aprovechas
para capturar imágenes. Este texto sin pausas, con pensamientos arrojados de
dicha y de llanto, me define. Debe ser el poder del mar que cantaba Facto Delafé y las Flores
Azules. El poder del mar. Hoy gano, tú ganas, ganamos los dos. Hoy gano,
tú ganas. Esto no se para. Esto no se para. Esto no se para. Esto no se para.
Aunque una esté triste o no lo esté.
Calella de Palafrugell, Agosto 2021. |
Cómo echaba de menos tus post!
ResponderEliminarLeyéndote me ha venido a la cabeza estas palabras de Anne Carson que alguien compartió (es una pendiente, lo sé no tengo perdón): "Vivimos gracias a aguas que escapan del corazón". Dejemos que fluyan.
Ahora en plena ebullición de emociones con motivo del Agosto Clandestino pienso en las tiernas palabras de Rosa Chacel en Teresa "Teresa cogió una de las manos que oprimían su brazo y la guardó en su pecho, bajo el abrigo de chinchilla. [...] Cogió aquella mano como si el ser al que pertenecía fuera tan pequeño que se le pudiera guardar en aquel sitio..."
Pienso que te tengo guardada así y estás muy presente en todas las presentaciones a las que voy!! Un abrazo grande!!
Guárdame ahí adentro, siempre!!!!!
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