Madrid. Qué bien sienta vivirla.
Ni que sea un fin de semana. Ni que sean unas horas. Tiene una luz que emborracha.
Cada calle es un misterio, una casa o una placa que algo esconden. ¡Literatura
pura es esa ciudad! Hace unos días estuvimos allí y ya lo dicen que vale más una imagen que mil palabras. Aunque “escribiente que no escritora una" lo ponga en
duda. Comparto con vosotros unas fotos que resumen nuestros placeres de ese par
de días.
En el Museo
ABC hasta el 3 de abril se prolongará la exposición Feliz No Cumpleaños. Dedicada a la maravillosa Alicia de Lewis
Carrol en su 150 aniversario. Una retrospectiva a la vida del literato
matemático y de su pequeña Alicia de la mano de los ilustradores de mayor
renombre. Cada ilustración es mejor que la anterior. Aunque es una exposición
muy pequeñita, se agradece la ambientación, las diferentes caracterizaciones de
la protagonista y sobre todo la gran selección de versiones del cuento que
ofrecen a la venta. Si tenéis ocasión, a por ella.
Nuestros guías nos tenían
preparada una sorpresa para la comida. Nos llevaron al Tandoori Station. Un restaurante
indio que resultó ser un festival para nuestros sentidos. Probamos
el menú degustación y cuando lo recuerdo aún me parece revivir los sabores por
unos minutos. Totalmente recomendable.
Siempre he pensado que las
puestas de sol son regalos de la vida. Sobre todo cuando el cielo se tiñe de
ese rosa tan intenso. De ese fucsia tan hipnótico. Y así nos lo ofreció Madrid.
Gozamos de ese ir del rosa al negro desde el Templo de Debod. Mágico recibir el anochecer así.
La noche la disfrutamos con la
compañía Ron Lalá en su versión y
adaptación de textos de Cervantes. Cervantina en el Teatro de la Comedia, recién remodelado.
Magnífico el trabajo de adaptación de Álvaro Tato y la representación dirigida
por Yayo Cáceres. Carcajadas y disfrute de textos a partes iguales.
Participación en la obra por parte del público incluida. No dejéis de verla.
Empiezan bolos por diversas ciudades españolas. Así que ya estáis mirando por
dónde pasan y comprando entradas. Se agotaron en Madrid, suerte que (precavida
yo) las compré ya en septiembre. Vale la pena, Cervantes-adictos, amantes de la
literatura. ¡Vale la pena!
El domingo disfrutamos de mi
sentido más Diógenes de la vida descubriendo el rastro madrileño. Caminamos por
el barrio de la Latina entre ¡oh! y ¡oh! y una pena inmensa de vivir en una
casa tan extremadamente pequeña. Pero igualmente, junto a cientos de
personas, paseamos felices entre trastos viejos. Tesoros
antiguos. Abandonados por manos y corazones que ya no los desean. Al amparo de
nuevos corazones con síndrome de Diógenes. O, llamémosles, cazadores de joyas.
Una parte del viaje me la dejo en
el tintero. Le daré tinta la semana que viene. Merece post a parte en
conjunción con una nueva labor. Ya sabéis: cabecita loca yo. Estoy tejiendo más
que poco. Pero el año nuevo ya lo tiene. Recolocación y resituación en marcha.
Disfrutad de Madrid, que tanto se deja disfrutar.
Que de sitios chulos te ha dado tiempo de hacer. El Tandori station es genial. Yo he estado un par de veces y la verdad es que me gusta mucho. Y esos atardeceres.... Ayss me ha entrado morriña y todo.
ResponderEliminarDeseando ver la segunda parte ;)
Preciosa, me encanta que te haya transmitido morriña, eso quiere decir que llega de verdad lo que aquí escribo. Un pedacito de Madrid, tan bonita que es!!!! Y al Tandoori a repetir!! Un besote!
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