Alrededor de una mesa cargada de comida se nos han declarado, nos han
dejado, han dicho que se iban para siempre. Hemos presenciado discusiones entre
el resto de comensales, ante las que nosotros estábamos atentos tan solo al
plato, contando macarrones o dando vueltas a la sopa. Disimulando como si nada
se escuchara, como si no se viera, haciendo ver que no estábamos ahí aun el
tintineo de nuestra cuchara. Sentados ante el mantel de cuadros, o de flores,
ante ese hule perpetuo que protegía la mesa, hemos presenciado momentos
inolvidables de nuestras vidas. Celebraciones, brindis, comienzos. Hemos
aprendido a hacer silencio y a tragar el menú, pero no la saliva.
Muchos de nuestros recuerdos rodean una mesa. Se desprenden de la memoria
los momentos desde el ponerla, el sentarnos, el pasar el pan hasta llenar las
copas. Envueltos en el vapor del vino nos explicamos las jornadas, compartimos
nimiedades o decidimos el futuro. Todo, ahí sentados. Es el final de un ritual,
de una rutina que nos abraza todos los días. Decidir el qué, cocinar, disponer
los bártulos, localizar siempre la misma ubicación para cada uno, sin
preguntar. Platos llenos e intercambios de miradas. Todos los días.
El cine ha querido rendir homenaje a esos momentos, frente a frente entre
manjares, en numerosas ocasiones. En las dos que yo me quedo aparece Marion
Cotillard, nadie mejor para esos instantes de tensión manteniendo en el aire
las miradas. Nadie. Una de ellas es Pequeñas mentiras sin
importancia. Narra la reunión de un grupo de viejos amigos tras tiempo
sin verse, con el silencio que supone el vacío temporal. Surgirá la tensión y
con ella las confesiones. Película que va con diálogos del desayuno a la cena.
Intensos, pero para vivirlos sin contener la respiración, recordad que estamos
entre bocado y bocado. La segunda es Solo el fin del mundo.
Xavier
Dolan vuelve a tocar la fibra con este reencuentro familiar. En torno a la
mesa reviven los reproches y las discusiones almacenados durante más de doce
años. Aparece ahí el malestar del abandono. ¿Por qué será que todo se guarda y
se deja ir entre platos? ¿Por qué será que cuando quedamos, sea con quién sea,
lo hacemos para sentarnos a comer? Tal vez por la disposición, o tal vez por
saber que cuando uno se sienta deben pasar el primer plato, el segundo, el
postre y el café, para uno levantarse. Lo cual implica un tiempo de obligado
asiento y por lo tanto de escucha.
La literatura tampoco se ha perdido dichos momentos. Durante esta edición de
Swapetines he ido desde
las recetas,
al horno
y la merienda,
para acabar aposentada. Y es que ya tenemos la mesa puesta y el paquete entregado
hace unos días. He querido durante todo el proceso que fuera culinario a la vez
que literario. Por eso he compartido con vosotros, y con él secretamente, los
textos desde la cocina. Finalmente, creo
que mi sevillano me descubrió antes de tiempo. Me ha encantado tejer para él y
crear esta atmósfera gastronómica en todos los posts y también en su paquete.
Los calcetines, aunque era un patrón sencillo, han sido tejidos con la
minuciosidad de cada uno de los ingredientes. Las galletas típicas junto a su
caja. Y como regalo sorpresa ese diario
de recetas para tener las de cinco años, día a día, registradas.
Se termina la edición con este post final. Mesa puesta, regalos hechos. El
postre ha llegado a tiempo. De Lleida a Sevilla. Feliz de haber sorprendido a Jose con este olor y este calor
que salen del horno y van directos a 1000km de aquí.
Final perfecte per la recepta teixida! L'altra día Ho parlavem que serà que cada festa la fem al voltant dels àpats? Panellets, sopa de galets, canalons, coca de st Joan....
ResponderEliminarAixò m'ho preguntava jo... i per això el post final a taula!!! Gràcies bonica, per ser-hi sempre!!!!
EliminarPero que bien que escribes nena. Que gusto leerte siempre.
ResponderEliminarLos calcetines preciosos como siempre. Seguro que tu sorprendido esta encantado con su regalo.
Y me apunto la peli de Solo el fin del mundo. La otra la vi hace tiempo y me gusto mucho.
Un besote
Ayyyy qué bonica eres, una escribe para liberarse, para compartir, para eso tenemos estos huequecitos tú y yo ;) Te gustará la peli de Dolan, a ti sí, pero prepárate para la congoja. Un abrazo!
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