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lunes, 20 de noviembre de 2017

Amarcord

Dora Maar decidió fotografiar las distintas fases del mural del Guernica, brindándonos para la posteridad una ocasión extraordinaria de estudiar el pensamiento plástico de Picasso. Victoria Combalía nos acerca a la maravillosa fotografía de Dora en su biografía. Vemos en ella la manera en que una serie de imágenes nos servirán como recuerdo de un proceso mágico, a la vez que asombroso, donde el maestro plasmó el dolor en toda su intensidad. Dora fotografió cada avance en el taller, desde el esbozo hasta el coloreado en grises final. Sin esas fotos habría lagunas entre nuestras diapositivas históricas.

La fotografía es un canal de memoria. Una herramienta que nos permite volver al pasado, recuperarlo en su justo color, con la luz que brillaba y el escenario preciso. Sin ella, quizás, recordaríamos todo un poco más fugaz, menos nítido, más improvisado, con un “tal vez” que no aseguraría el que así fuera o no fuera. Las fotos nos sitúan en nuestra línea de vida, una tras otra. 

Llorenç Melgosa dice que hay que atrapar esos recuerdos con esparadrapo, que hay que sujetarlos como si fueran heridas, marcas, cicatrices; no con cinta, ni chinchetas, sino con el vendaje para sanarlos y que no caigan. Así creó la exposición Amarcord en que recorre su vida a través de 12 recuerdos fotografiados. Cada una de las imágenes tiene una historia explicada detrás, sin la cual la fotografía pierde sentido. Sin esa explicación son mudas, y con ella se convierten en emoción y nostalgia. Mientras escuchaba sus historias y me deleitaba con cada una de las imágenes, pensé en si podría escoger “mis fotos para el esparadrapo”. Difícil elección, claro. Pero hay algunas, concretas, definidas, recuperadas con asiduidad, que sabes que describen a la perfección un instante; y que ese instante vive por y en ellas. Conseguí elegir tan solo tres.

Lugar indeterminado (diría que Alfés). Verano del 92.
Simboliza para mí el mejor vestigio de mi infancia. Prefería pasar mis horas, sobre todo tras las comidas, en mi cuarto antes que en otro lugar. Me parecía que la luz que dejaban pasar mis porticones era la más mágica del mundo. Y creía, de verdad de la buena, que esa luz era como era por el porticón de madera que atravesaba. El día que decidieron cambiar las ventanas en mi casa se me apagó la luz. Perdería los rayos que alumbraban mis lecturas, mis diarios, mis pensamientos. Se irían con la blancura del pvc. Tan solo pedí una cosa.: un acto de despedida en toda regla. Un entierro silencioso, pero digno, un adiós en familia a mi ventana al mundo, una sesión de fotos; solo pedía eso. Y lo tuve. Es el mejor recuerdo familiar que conservo, por hacer posible una historia y cerrar los ojos ante la locura de la niñita enamorada de una luz.

Los Llanos de la Larri. Verano 2005.
Existen personas a las que quedamos unidos a través de un lugar caminado juntos. Un cielo que nos recordará siempre una sonrisa. Unas montañas que dejan de ser tan verdes cuando el otro ya no está. Mi tío Joaquín restará perpetuamente en esos Llanos de la Larri. La última vez que subimos fue en 2005 y entonces inmortalicé el cielo que nos acogió. Esa foto, ese valle, me lo trae de nuevo con la claridad del cielo azul. Más que las fotos en que aparece, mucho más, lo recupera ese verde y ese cielo que lo acunaba, el que estaba en sus pensamientos sin cesar. Sus montañas. Las fotos también reviven a los que no están aunque no salgan en ellas.

Marzo 2014. © foto: Llorenç Melgosa Alonso.
En mi salón luce esta foto impresa en lienzo. Imagen de una culminación, de un esfuerzo, un logro compartido, una ilusión cumplida. Con Elena de la mano y con el mismo Llorenç Melgosa inmortalizando la gesta. Coronamos la Seu Vella de Lleida con más de 30m tejidos, con muchos meses de trabajo y colaboraciones inesperadas y agradecidas. Vivencias de piel de gallina, de abrazos sentidos y lágrimas incontenidas. Queda una sensación tan gratificante cuando alguien captura una emoción… por eso creemos que Llorenç no apareció en nuestras vidas porque sí, sino porque venía para captar lo que flotaba y él sabe hacerlo porque lleva el esparadrapo en el bolsillo. 

1 comentario:

  1. Algunes imatges m’han vingut ràpid però hi hauré de pensar més!

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