Louise
Bourgeois representó a su madre en una araña de casi 9
metros. Dejando de lado hoy la figura que representaba para ella, me quedo con
la dualidad de la araña, la tejedora. La protectora y depredadora al mismo
tiempo. La que utiliza la seda tanto para fabricar el capullo como para cazar a
su presa, encarnando a su vez la fortaleza y la fragilidad. Así somos las
tejedoras, las mujeres que hay detrás de las agujas, las que luchan y las que
traman tejido. Las que ovillan el hilo y las que sacan las garras. Todos
tenemos esa dualidad y cada uno representa su parte sensible de la manera que
desea, que puede, que se le deja. De la misma manera que el contrapunto de la fuerza también puede estar unido al hilo, ¿por qué no?.
Estas madejas de Madelinetosh Merino Light
en colores Pop Rocks y Candlewick, llegaron directamente desde la tienda Purl Soho de Nueva
York. Su misión era convertirse en el Aisling proclamado a
gritos desde aquí
mismo. Pero, lo que tiene ser araña, la lana se acabó antes que el chal. Muchas
veces existen los finales antes de que terminen las historias.
Como escribió Chacel en Teresa, y
ahora me lo recuerda, el Aisling vendría a ser un poco como el amor. Metáfora
chaceliana sacada de la chistera de esta tejedora. “El amor siempre le había
parecido, más que un choque, una confluencia impetuosa; ahora veía que era
solamente como la llama de dos cirios, algo que, aun siendo homogéneo, puede
apagarse en uno y seguir ardiendo en el otro.” Lo mismo que un amor, que uno
arde y el otro ya no da luz, pasó con estas lanas. La amarilla cumplió su deber
y la rosa se apagó antes de finalizar su cometido. Y ahí vuelve a aparecer la
araña.
La que lucha, la que
busca, que pide, que exige, que grita a los cuatro vientos porque no puede
retener a su presa, porque ya no existe esa lana rosada en lugar del mundo. La
que mueve cielo y tierra para terminar su tela de araña, la que necesita sí o
sí culminar su obra. La que hizo lo que pudo, para acabar tejiendo con la
madeja de otra araña. Es un tono distinto, pero proviene de una madre arácnida,
de una guerrera. Quizás fuera el destino quien quiso que se acabara esa pop
rocks en todo alijo lanero, para terminar tejiendo con la lana de Elena.
Porque las cosas no son
como son al azar. Habrá quien crea que el cuadro de "Las Hilanderas" de Velázquez
es una simple escena cotidiana de mujeres a la rueca. ¡Nunca un cuadro es tan
solo la imagen que se ve! Como no lo es la Maman
de Bourgeois. Este cuenta tras él, a grandes rasgos, la historia de Palas y Aracne, incluida en la
Metamorfosis de Ovidio. Aracne gana en su competición de hilanderas a Palas. Y esta, en su
lado furioso, la transforma en araña para que teja y teja y teja sin cesar toda
su vida. Ahí vuelve a aparecer nuestra dualidad, nuestra fuerza que a veces es
furia, incontrolables nosotras las arañas. Eso sí, chal terminado por el Ying y
el Yang arácnido que día a día me acompaña.
Es moooolt bonic!!!!! Hem de fer foto de grup!!!!
ResponderEliminarEra jo la de dalt!!!
ResponderEliminarOoooh! T’ha quedat precioooooooossssssss! I té una mica de mi... així t’acompanyaré quan te’l posis! 💖
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