“Pertenezco a un tiempo y
a una experiencia, soy lo que soy por los libros que he leído.”
Luis García Montero. Un
lector llamado Federico García Lorca (Penguin Random House 2016).
Cuando leí este libro de
García Montero sobre las lecturas de Lorca asentí constantemente en la idea de
resumir quienes somos o en quien nos convertimos a través de lo que leemos. La
literatura que acompaña a nuestra vida nos va formando como personas, nos va convirtiendo en lo que somos. Nos hace escribir de
maneras distintas, tener ideas que fluyen y se distancian de anteriores
creencias, nos llevan de un libro a otro y de un escritor a otro también.
Conociendo esos distintos personajes, sus vidas, sus maneras de hacer, qué leyeron;
hacemos nosotros un paso más intenso por sus páginas, más digno, más fiel. Y
así acaban influyendo en nuestra propia historia.
Hace tres años que anoto
aquí mismo cada una de mis lecturas
(terminadas, perdonad todas aquellas que siguen conmigo poquito a poco y sin
dejarse ir del todo). Dejé de escribir mi diario pero esa recopilación sería un
poco como su continuación. Analizando los registros se observa el estilo escogido, el momento vivido, los sentimientos de los que se vienen y a los que se
van, los autores seleccionados y los recurrentes. Sobre todo se conoce a una
lectora y se llega a la persona que sostiene todas esas páginas con el paso de
los años. Sin pensar en si existe o no evolución, pero sí un cambio en la escritura
y en el equipaje en cuanto a formación literaria que lleva consigo. Formación referente a cómo cada libro la cambia como persona ya que supone un aprendizaje, un
deseo de saber, de descubrir; un conjunto de hilos que no desea cesar de
estirar y que la lleven de unos a otros. Aprender constantemente.
Pedro
Salinas publicó un ensayo en 1948 titulado “Defensa de la lectura”. En él distinguía
entre leedores y lectores. “El primero resbala con prisas sobre un libro para
solucionar la urgencia de prepararse un examen, una clase, una inversión en bolsa
o la vanidad de estar a la última en las noticias y los títulos. El segundo lee
por amor al libro, a un libro cada vez, y solo desea compartir con él unas
horas”, extraía del trabajo LGM. Tal vez todos seamos, en ocasiones, leedores
de algunas publicaciones; pero los lectores lo somos por conciencia, herencia y
dedicación. Porque vivimos las historias, las interiorizamos, las extrapolamos
a nuestro caminar, las compartimos con los que queremos, las estudiamos,
escribimos sobre ellas, las hacemos nuestras; pasan a convivir de por vida con
nosotros. Cada uno se sabe leedor o lector.
Exposición de la Galería Lello en Oporto. Julio '17 |
Todo esto nos hace llegar
al punto del testamento, al menos a mí. Suelo visitar semanalmente una librería
de viejo de mi ciudad. En busca y captura de aquel tesoro del que alguien se
haya desprendido y que a mí me ponga la piel de gallina. Estar allí
siempre me hace pensar en quiénes han dejado esos libros, en qué casas
estuvieron con anterioridad, si fueron leídos, si eran regalos, si se vendieron
por despecho o por venganza.
Cuando encuentro una caja
sin abrir que proviene de una sola persona, todavía no colocada en los
estantes, siempre le pido a mi librero poder investigarla. Abrir y conocer al
lector del hallazgo sin saber de él más que sus lecturas. Intentar adivinar el
perfil de la persona, sus pasos literarios, su bagaje, el porqué de su
desprendimiento. ¿Lo más escalofriante? Las casas que vacía cuando el dueño ha
fallecido, cuando los herederos no quieren el papel, cuando bibliotecas enteras
son desalojadas de las casas y se hacen polvo como el propietario. Propietario
que, por suerte, ya no puede ver cómo su equipaje lector desaparece de un
plumazo.
Le hace pensar a una en
su testamento bibliófilo. En dejar por escrito, como mandato, exigencia, deseo, necesidad
o desesperación, la no-pérdida de una herencia tan vivida y tan parte de una.
Le dan ganas de escribir los destinatarios de cada uno de los títulos, como si
fueran tesoros, las mejores cuentas bancarias que se pueden dejar. Porque quién sabe qué será de todo ello, de todo este papel que le ha
hecho a una ser como es, escribir como escribe, desear como hace y amar como se
impone día a día gracias a lo leído.
Exposición de la Galería Lello en Oporto. Julio '17 |
Me fa vergonya pero crec q soc més leedora que lectora🤦🏼♀️
ResponderEliminarAixò ho hem de solucionar!!!!
EliminarSabes? Yo también he pensado muchas veces en mi testamento lector. Y si mi hijo no se llega a interesar tanto por la lectura como a mi me gustaría... esa cantidad ingente de libros que tengo, espero que vaya a parar a la biblioteca de mi pueblo. Creo que haría felices, sobre todo, a muchos niños...
ResponderEliminarCompartimos pensamiento entonces... Qué bonita sería también esa donación a la biblioteca, no? no lo dejemos en el aire, que quede bien atado. Un abrazo.
EliminarCom m’ha agradat el que has escrit. Hi he pensat moltes vegades... i no tinc la solució. Però en el moment en què em trobo ara penso que les meves lectures, que els meus llibres estimats han de seguir el seu camí sense mi... crec q quan jo ja no hi sigui ells han de deixar de ser-me.
ResponderEliminarBonica, què bé tenir-te aquí. És cert, ja no seran nosaltres, passaran a ser de qui els aculli, però fa tanta por que els acullin unes mans que no en tinguin la cura i l'amor que en tenim nosaltres...
Eliminar