Nos hacen el ajuar ya desde niñas.
Bien pequeñas aprendemos a guardar “para”. Más tarde descubrimos que no importa
con quien acabemos marchándonos, o si lo hacemos solas, que todo aquello, reservado durante años sin poder estrenarse, es para que cuando nos vayamos nos llevemos el trocito de esa generación que abandonamos. En mi casa se
acumularon trapos de cocina, sábanas y toallas, bordadas o no. Ahora conviven
conmigo, sin ser estrenadas aún y tal vez nunca lo sean. ¿Era necesaria tal
cantidad? La respuesta sería no. Aunque entendemos, ahora, su necesidad de
guardar nuevo todo aquello que las siguientes “necesitarán” ´sí o sí.
Junto a lo nuevo estaba todo aquello que nos caracterizó en
algún momento, a nosotras y a ellas. Huellas materiales que no debemos perder
de vista. Tras mi primera comunión borré cualquier rastro de larga cabellera en
mi rostro, pero conservé entre periódicos esa cola junto a la de mi madre. Ella
también había cortado su última melena muchos años atras. Cuando yo lo hice,
ella ya lo había hecho. Siguen juntas. La familia de Natalia Litvinova bien tenía
el cesto
de trenzas de sus mujeres. Conservar objetos materiales de una mujer a otra
de la familia, nunca antes de que esta haya desaparecido. Yo sé lo que se
quedará conmigo cuando ella no esté. Nuestro pelo, cada uno con su lazo,
envuelto en papel; su reloj de soltera rojo, su ajuar.
Todo esto ha venido a mí este fin de semana en que he
terminado Alias
Grace. Grace Marks también hereda el pañuelo de Mary, del que no se separará
hasta que la vida se rompa. Y no deja de coser, episodio tras episodio, las
colchas de sus amas. Con sus historias cosidas en figuras geométricas,
simbolizando una vida tras otra. Cuando la suya está más que truncada ella se
dedica a zurcir la de los demás, creando los ajuares de sus opresoras.
Esta mini serie de Netflix basada en la novela de Margaret
Atwood vuelve a dejarla a una temblorosa. Inspirada en el caso de real de
Grace Marks, acusada de matar a sus amos junto a otro criado con tan solo 16
años. La serie ahonda en la posibilidad de la fuerza de la mente humana. Cómo
somos capaces de mentir mirando a los ojos, cómo podemos pensar una cosa y en
el mismo instante decir otra, cómo mantenemos la sangre fría y apretamos los
dientes. Cuando una se pregunta si es capaz o no de mentir, la ve a ella,
impasible, y se la cree. Todo lo que ella diga será asentido a ciegas por el
espectador, todo.
Explica su historia mientras cose pieza a pieza el patchwork
de cada colcha. Mientras dobla las ropas, enhebra la aguja, da las puntadas,
tiende el resultado o lo extiende sobre la cama destinataria. Geometría pura,
como su mente, organizada y sin nada al azar. Cada pasada de ese hilo está
estudiada como sus pensamientos, como estructura los recuerdos a su manera.
Como se queda con las prendas de sus mujeres y crea puntada a puntada esos
ajuares. Así evoluciona la serie, de quilt a quilt, hasta terminar el suyo
propio, con su historia y con sus piezas. Como si cada una de nosotras decidiera
la pieza que no debe faltar en la suya. Como si la asesina, o la víctima,
decidiera la parte del puzle que falta para terminar de coser la definitiva.
Como si la mano acusada, la encerrada, la culpable, la de la absoluta locura,
debiera poner el dedal y el hilo para terminar también nuestras historias.
Impresionante historia.
ResponderEliminarImpresionantes quilts.
Magníficamente relatado.
Me dan ganas de tener Netflix solo por verla...
Es una serie muy interesante. A mí, al menos, me ha hecho pensar mucho.Ya me dirás si acabas viéndola. Qué bien tenerte de nuevo por aquí, yo voy pasando también por tu casa ;) Un abrazo fuerte.
EliminarQue ganas de verla que me han entrado Esther. Como siempre es maravilloso leerte. Un abrazo grande
ResponderEliminarPreciosa, me alegra tantooooo verte por aquí! Sé que nos leemos, que ahí estamos, pero la vida vuela más deprisa que nosotras. Mirad Alias Grace, vale la pena, pero mirad más allá de los ojos de Grace ;)
EliminarMuy bonito. He leído en libros como ya jóvenes ocupadas en hacer su ajuar de novias, cosiendo y bordando. La gente más rica lo encargaba a París. Buscando sobre la historia de Grace encontré referencias a dos hermanas que mataron a las dueñas de la casa donde servían y de forma salvaje y horrendamente.
ResponderEliminarSupongo que la tensión de la sociedad se veía abocada a ser superior con el servicio... y algunas de estas criadas no quisieron permitirlo... cierto, que hay varios casos en la época de criadas asesinas... O_O Gracias por tu visita, un abrazo.
EliminarGracias, Natalia, por pasar por aquí y por cuidar las herencias como merecen. Un abrazo enorme.
ResponderEliminarun abrazo para vos!
ResponderEliminarOhhh jo la vaig veure tota d’una tirada!!! Em va encantar!!! Abans de teixir fría patchwork!!
ResponderEliminarAixí igual que jo, Eva. Sense poder parar i eclipsada totalment amb la Grace!!!
Eliminar