“A mí me gusta capturar
un instante de actividad diaria en la vida de cualquiera, o de ensimismamiento,
o de conversación. Una chica que se pinta en el metro, una mujer que lee una
carta, una anciana que habla sola. Todos ellos interpretándose con naturalidad
a sí mismos, ignorantes de la mirada ajena que los observa, los ama, los admira
en ese momento, y aprieta el clic con la mera intención de narrar en imágenes aquello
que con palabras se diluiría. Un diario paralelo a este otro diario que cuenta
lo que la escritora ve mientras vagabundea.”
El chico del antifaz que
cabecea a tu lado en el tren camino a Madrid, dos horas aislado de la luz tenue
del vagón silencio. El que le tiembla la mano bruscamente y come churros junto
a ti en la barra, ese, el de la cazadora de cuero que llama a su madre mientras
agita el desayuno. El niño que corre sonriente entre las obras surrealistas de Dorothea
Tanning, lejano a la barbarie, la atrocidad, al terror que muestran dichas
esculturas sin cabeza y con angustia. Madre e hija que comparten postre en el
restaurante. Se gritan un “¡espera!” para fotografiar ambas la golosina y así
compartirla en sus redes sociales. La chica en la librería que pide el café con leche en
vaso, por favor. El señor vestido de uniforme que duerme en el metro, entre el
gentío a las seis de la tarde de un sábado en la parada de Gran Vía, él hasta
parece estar soñando. El que ríe en el tren, en el viaje de vuelta, mientras
whatsappea. Qué bonita la risa generada por una conversación a distancia, qué
maravilla que arranquen la sonrisa unos mensajes de alguien que te piensa
mientras vas a su encuentro.
¿Y esa pareja que camina detrás mío? Sitges, octubre '18. |
En mi último viaje sola, rumbo
a Madrid, me llevé deberes. Elvira Lindo me puso tareas. Anoté en mi libreta
durante todo el día la gente que vivió las calles madrileñas a mi paso. Tiene
toda la razón cuando afirma que comparten diario con nosotros. Esos
desconocidos son parte de la historia, de nuestra historia, del recuerdo que
escribiremos agotada la jornada. Porque los miramos, los observamos
detenidamente y sonreímos, nos sulfuramos o emocionados con sus movimientos o
palabras. Puede que olvidemos sus figuras con el tiempo, tal vez no pensemos en
ellos nunca más. Aún así, debemos ser capaces, también, de darles el protagonismo que
merecen. Durante unos minutos han centrado nuestra atención, nuestra intención. Durante unos
minutos hemos vivido sus vidas, compartido espacio, y tal vez, hasta intercambiado
miradas y sonrisas.
¿Por qué hacerles
desaparecer tan deprisa? Personajes que actúan ajenos a nuestra persona. Se
mueven, conversan y miran sin tener conciencia de nuestros ojos ni de nuestra
libreta. ¿Imagináis que alguien escribe sobre vosotros en su diario? ¿Por qué
no? Pululamos por la vida sin darnos cuenta de quiénes nos miran a lo largo del
día. Vagabundeamos indiferentes a la importancia que quizá hemos significado
para algún desconocido, para algún conocido que no nos confiesa que seremos
parte de sus líneas, de su libreta. Tal vez llevamos el neón en el que otro se
fija y por el que seremos recordados. El azar nos lleva a cruzarnos con ellos, como dice Lindo, para
narrar en imágenes todo aquello que no hace falta decir en palabras. Pero, sí, cuenta transcribirlo y así no olvidarlo. ¿Quién se ha cruzado por vuestro
lunes?
Anotar no ho anoto. Pero si sovint a la nit recordo a algú que he vist durant el día i que m’ha fet fixar-me en ell o ella
ResponderEliminarJo tampoc ho anoto mai (no estic locaaaa). Però vaig recordar, el dia abans de marxar, l'Elvira Lindo ho explicava al seu diari de NY (totalment recomanable a llegirrrr) i em vaig dir: en faré un post! I em vaig anotar, sí, per recordar-los i poder explicar-vos-els.
EliminarSaps que el post no s'acaba cap setmana fins que hi ha el comentari de l'Eva?????? Gràcies!!!!!