No abrió
boca en 60 años. Nadie supo su secreto, ni sospechó nunca la de viajes que
había hecho con los secretos nazis escondidos en el doble de su falda, de
Canfranc a Zaragoza. Lola
Pardo fue una espía de la Resistencia que jamás confesó a su marido quien
había sido. Como si hubiera sepultado parte de sí misma, como si no hubiera dejado emerger a la luz la valentía de la que era capaz, como si fuera otra persona a los ojos de
los suyos. ¿Somos distintos a lo que nos creen los que nos conocen, los que nos
quieren, los que confían, los que duermen en la misma cama?
Somos múltiples, pero
somos uno. Qué difícil afirmar que somos valientes, enarbolar la bandera de la
fuerza, cuando luego la bajamos por el miedo a perder. Así es como el resto
dibuja nuestra imagen, nuestro yo visible. Como leí en Primera persona, de
Margarita García Robayo, “sea lo que sea que queramos pensar de nosotros
mismos, no somos lo más parecido a lo que soñamos ser, ni somos esa síntesis
que creemos ver en el espejo. Somos el resultado de cómo nos han mirado los
demás a lo largo de la vida. La historia de nuestra identidad está escrita por
los otros.”
El resultado de lo que dejamos
entrever, de lo que mostramos al mundo, de lo que se ha visto salir por debajo
de la manta. Poco más existe a ojos de los demás. A partir de aquello que
dejamos al aire, de lo que no sabemos ocultar, el mundo genera nuestro yo. Porque
en ocasiones poco se sabe, ni se intuye, nada se cree que no sea lo que hemos
dejado ver voluntariamente.
García Robayo se desnuda
en el libro de Tránsito. Verdades como puños sobre la infancia, los hombres, su
madre o la maternidad. Sabiendo que eso es quitarse la manta, que eso es
mantener la bandera en lo alto, que eso es declararse espía y valiente.
Descoserse el dobladillo de la falda y dejar ver los secretos. Al que no le guste,
como le escuchamos afirmar a ella misma en la librería Alberti, que escriba sus
porqués como ella hace. Que deje en el papel todas las respuestas, las súplicas, los
temores y la necesidad. Escribir como solución.
¿Seremos tan valientes el
resto para escribir lo que de verdad queremos? ¿Seremos capaces de gritar
quiénes somos de verdad sin importar quién escuche? ¿Nos atreveremos a confesar
al viento lo que esconden las costuras de nuestras faldas?
Canfranc, marzo 2019. |
Des de l'ordinador si!!! No entenc res!
ResponderEliminarDoncs fes-te amiga de l'ordinadoooooooooooor ;) Gràciesssss
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