Septiembre tiene algo de turbio, de triste, de comienzo agridulce. Leila Guerriero hablaba en "Irse así" de la existencia de una luz sin dudas. No es así la luz de este empezar el año nuevo, el del curso escolar. Luce el sol cargado de incertidumbre como si no calentara lo suficiente, como si las dudas o el miedo consiguieran que tan solo ilumine, pero no caliente.
Cabe la posibilidad de que
llegue el lector y vuelva a pensar que el victimismo se apodera de estas
líneas, puede irse. A veces una debe rendirse a sus pensamientos y dejar
afuera, lejos y con restricción, a aquel que no la cree. ¿A quién nos debemos? Nos
debemos a los que añoramos. Quizá por eso este mes se cuece en el fuego lento
de la nostalgia, porque hay mucho y no hay sitio para todo.
Se acumulan efemérides en
estos días que hacen visible el hueco. Regresan adioses sin despedida. “Deberíamos
meter todos la cabeza en un nicho / hasta que deje de dolernos el mundo”. Estos
versos de Ángelo Néstore
me han curado un poco esta semana. Ser conscientes de que se van, que no están para
siempre, que puede que hayan quedado cicatrices sin sanar. Hasta que deje de
dolernos el mundo. Este año, inolvidable en nuestros dietarios, me quedo con
esa idea: dolernos el mundo.
Estany de Ratera, agosto 2020. |
Nos obligamos a pensar,
entonces, que exigimos esos regresos desentumecidos para que nos curen el dolor
del mundo en este septiembre turbio. Egoístas, podrían llamarnos. En esta
mezcla de nostalgia buena y mala. La de la pena y la del reencuentro.
Contradicciones que nos hacen ser quienes somos.
A la extraña normalidad
de los septiembres de antaño añadimos la barbarie del 2020. Nos peleamos cada
mañana por intentar, parafraseando a Sara
Mesa en Un amor, buscar la tregua en el aturdimiento. Rastreando aquello a lo
que no sabemos poner nombre, como escribía Guerriero: “eso que no es confianza
ni amor ni ninguna otra cosa. Que nunca es triste cuando termina. (Pero que a
veces es inmensamente triste).” Inmensamente triste es, sin duda, buscar la tregua tras el
verano.
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