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lunes, 6 de septiembre de 2021

Un sueño de perezas alcanzadas

Nuevos caminos, verano 2021


Qué se deben creer. Si yo hablara de verdad… Les diría lo que pienso y lo que siento. Claro que sí. Tú también lo harías si no tuvieras miedo. Quizá si no nos hubieran educado en la prudencia y en el ir de puntillas, todas seríamos valientes para afirmar que sí estamos bronceadas, que hemos engordado o que tenemos manchas en la cara. ¿Y qué? Que la familia a veces pesa. Que uno es insufrible y la otra perdió el norte. Defenderíamos la propiedad y gritaríamos a los cuatro vientos que deseamos lo que no es nuestro. Sí, incluso queremos eso. Lo que otra defiende. ¿Y qué? Me recuerda a las instrucciones de Leila Guerriero en Teoría de la gravedad. Declarar una cosa y pensar otra. Así somos, así vamos. Sin alzar la voz y con mentiras.

Regresamos a la rutina como si nada ocurriera. Como si no nos afectara lo más mínimo abandonar la piscina y dejar de leer o de dormir. Como si no importara que las tardes ahora sean para arreglar la casa y que no se derrumbe. Paola Masino ha sido la que nos ha enseñado este verano a nacer y a morir como amas de casa. Al igual que Guerriero, pero con la voz aún más firme, aparece y desaparece su convicción de ser el ángel del hogar pero a la vez el demonio (atrevido) que abandona la morada para ser ella misma. Ella. Lejos del mundanal ruido, del polvo, de la escoba y de la cocina. Del marido y del amante. Fantasía pura el no saber si era una o la otra la que hablaba. “Incluso se prohíbe a sí misma decirse: “Yo respiro, yo sueño, yo maduro”. Días desiertos y estancados, por tanto, los de una esposa.” Porque respirar, soñar, madurar, hasta vivir, está condicionado. ¿O leemos las entrelíneas de Guerriero? ¿O nos escapamos igual que el ama de casa?

Nos arrastran los hábitos, de acción y de palabra. Responde nuestra yo más superficial, la otra habla para adentro diciendo lo contrario. Seguimos empujadas por la voz que nos dice lo que “debemos” hacer y decir. Por eso me sedujo el verso de Ángela Figuera Aymerich, “un sueño de perezas alcanzadas”. Porque no sabemos a ciencia cierta si somos una o la otra, si al ser la otra también existiría la anterior. Y dicho bucle nos ofrece ese espejismo inalcanzable. No sé si todo será un sueño pero agota.

Los días siguen su ritmo, violento, y no se detienen. Y así pasamos de una lectura a otra y llegamos a Terres mortes de Núria Bendicho. Igualmente nos habla de los sueños y del llorar y de las mujeres que lloran pero que no deben llorar. “Els plors són d’aigua i en l’aigua és on moren les dones perdudes. En la profunditat de l’aigua la dona s’observa a si mateixa perduda en si mateixa. En els remolins de l’aigua s’enfonsen les tristors femenines, els somnis que no seran mai” Todo nos regresa al centro de nuestras dos yoes. A la profundidad del agua. A los sueños que no serán nunca.

2 comentarios:

  1. Qué brutal este post de vuelta a la realidad! Me ha encantado la lectura que hemos hecho de Paola Masino, tengo que terminarlo pero qué claridad tan alucinante la de esta mujer. Es difícil la convivencia de nuestras dos yos, una no puede tener hegemonía sobre la otra, no podríamos sobrevivir eligiendo una, creo que terminamos haciendo equilibrios para respirar de vez en cuando y no sentir que nos aplasta la losa del deber. Ganas de leer Terres mortes y qué bien leerte! Va que en breve nos vemos y no vuelvo con las manos vacías ;)!!

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    1. Que nos desdoblemos en miles y que ambas lo veamos, siempre. Nos vemos pronto!

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