“Recordemos a Ulises atado al mástil de su nave mientras los
marineros reman, con cera en los oídos, junto al arrecife de las sirenas que
solo mueven los labios en silencio.”
Andrea
Köhler sigue el relato en El
tiempo regalado, lo terminaré luego. Antes, me ronda la idea de Lorenzo Oliván de esta semana, “el
silencio ahora habla de otras cosas”. Como los labios de las sirenas en silencio,
como los oídos tapados de los marineros. ¿Tendrán los oídos tapados el resto de
confinados? Estos días de confinamiento el silencio ruidoso reina sobre el
ruido de antaño. No se escuchan los coches, no hay alboroto en las calles, hasta
los que deben salir lo hacen sin casi pisar el suelo. Se ha impuesto el vacío. “Los
ruidos se agrisan, termina la tarde, / y siento que añoro o deseo algo, /
quizás una lágrima que rueda y que cae”, siempre con tanta razón Idea
Vilariño. Los ruidos, los silencios, se agrisan, se vuelven invisibles,
transparentes…
Ahora cuando salimos a las terrazas, escuchamos una sinfonía
de lavadoras ajenas que antes parecían no lavar nunca. Nos llegan las músicas
de los vecinos, los cantos de distintos pájaros que ahora sí podemos
distinguir, percibimos hasta el murmullo del agua cuando se cuela al regar las
jardineras. Parece que para algunas cosas sí hayamos destapado completamente
los oídos. Hasta las lágrimas al caer se oyen, lo dijo Vilariño.
Mosteiros, São Miguel (Las Azores). Agosto 2019. |
Pero el silencio sí habla de otras cosas. El silencio nos ataca
de manera constante e insistente para adentro. Nos machacamos sobre el miedo
que sentimos, sobre el futuro que no vemos, sobre lo que perdemos a diario. Las
palabras que no volverán, los momentos robados, las miradas que no llegan. Nos
martirizamos por congelar la memoria, por no olvidar nada del minuto a minuto
de silencio que vivimos. Los que están, los que prefieren no estar, los que
ayudan a aguantar el andamio, los que viven pensando tan solo en su armazón. Nos
obligamos, en ese nuevo silencio, a escribir todo lo que no ocurre, lo que
pensamos, lo que sentimos y lo que querríamos sentir. Porque hay voces que no se
escuchan, abrazos que se alejan y anhelos que no regresarán porque no se
cuidan. Eso. Rogamos que no se pierda lo que nos construye, que no desaparezca
lo que hasta ahora nos hacía ser como somos.
Annie
Ernaux escribía en Los años
sobre ese ruido nuestro. “Solo mirará en su interior para encontrar el mundo,
la memoria y el imaginario de los días pasados, captar el cambio de las ideas,
de las creencias y la sensibilidad, la transformación de las personas y del
sujeto, que ella ha conocido y que no son nada, quizá, frente a quienes
conocerá su nieta y todos los vivos en 2070.” Hace unos días os
dije que había tenido la necesidad de dejar todo esto escrito, y justamente
era por lo que apunta Ernaux. Por los que vendrán, sí, pero también por los
nuevos nosotros que vivirán tras todo lo ocurrido. ¿Quién seguirá siendo el
mismo? ¿Quién podrá hacer borrón y cuenta nueva ante los que han huido de la
lucha por mantener la calidez? ¿Quién?
Leía hoy a Elvira
Lindo, en A corazón
abierto, “no vivir es no sufrir y no saber”. Supongo que por vivir, por vivir
intensamente, los acontecimientos a los que nos obliga la pandemia hace que
suframos, porque sabemos, porque arriesgamos todo en el ojo del huracán. Nos dicen que
debemos alegrarnos, seguir, porque estamos. Estamos sanos. Es entonces cuando
vemos que el futuro vendrá, aunque sea distinto, y como dijo Leila Guerriero
deberemos “sonreír esa sonrisa triste de
los que alguna vez fueron adictos a algo: la sonrisa de quienes están mejor de
lo que estaban, pero no necesariamente más felices”. La sonrisa de quienes están mejor de lo que estaban. Aunque será imposible ser más
felices, porque, acabando el relato de Köhler, “¡Qué decepción, descubrir que
ni tan siquiera merecemos el canto de las sirenas!”. Ni siquiera eso.
Mosteiros, São Miguel (Las Azores). Agosto 2019. |
Serà difícil que tornem a ser els mateixos. Ningú es prepara per estar tancat a casa sense gaudir del 100% de llibertat. Vull arribar a pensar que lo positiu d'aquesta pandèmia (de les coses negatives sempre es treu algo contrari) és que ens cambiarà individualment com a persones, però també com a col.lectiu. El que ahir no valoravem, avui ho valorem més que mai. Una abraçada.
ResponderEliminarVeig que cada setmana torno amb el mateix, aquesta també... tu creus que ens endurem tot això i ens canviarà de debó? Ho veurem, no sé quan, però segur que sí ;) Gràcies per llegir-me ;)
EliminarCambiarem sense dubte, però sempre hi haurà qui no...
ResponderEliminarNo te rindas
No te rindas, aun estas a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo tambien el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.
Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.
Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos,
No te rindas por favor no cedas,
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque cada dia es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estas sola,
porque yo te quiero.
Gràcies per la lectura i pel comentari. Estaria bé saber qui ets.
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