¿Qué significa ser una persona normal? Estudiar una carrera, casarse, ser fiel, tener hijos a los treinta, un trabajo estable, comer en casa de los suegros los domingos, hacer la compra de los padres, enviar felicitaciones de Navidad, responder a todos los mensajes con puntualidad. No decir palabras mal sonantes, no tener pensamientos sucios, violentos, sexuales. Mantener la casa limpia, ser ahorrador, no discutir, no malpensar, no desear lo ajeno. ¿Todo eso es ser corriente?
Marianne, en Gente
normal de Sally
Rooney, se cuestiona por qué no puede ser una persona normal para que la
quieran. Para que la quieran. Ser normal para que la quieran. Es su máxima de
vida. Esta lectura me ha hecho pasar de puntillas por mi normalidad. En muchos
momentos me habré hecho esa pregunta. Como si la vida del resto fuera ejemplar,
compartida en su tipicidad y adorable en su conjunto. No paseamos por las
relaciones de los demás, por sus errores, sus fatalidades, sus “volver a
empezar”. A menudo deberíamos pensar que los que nos rodean también tienen sus tropiezos
en la cuerda floja. ¿Por qué entonces no querían a Marianne? ¿No se dejaba
querer? ¿No nos dejamos querer?
Sitges, octubre 2020. |
No reímos pero no somos
capaces de contarlo. Leyendo Un
amor de Sara Mesa, una cree que esas líneas son valientes. Que esa prosa
y sus ideas son osadas. De forma valerosa explica lo que muchos no seríamos
capaces ni de decirnos solos en voz alta. Alejándose de toda serenidad se
atreve a declarar lo que piensa realmente, sin temor. ¿Por qué no es eso la
normalidad?
Llego a esta reflexión en
el intento de escribir un texto para un curso con Mónica Ojeda. Soy
incapaz de relatar el miedo, el daño o la violencia. Me inscribo en
estos talleres para salir de mi zona de confort. Espero que me sacudan, que me dejen
temblorosa, que me enseñen a sacar lo que pesa. Pero no tengo habilidad para
preparar la previa. ¿Soy cobarde? ¿No tengo esos juicios desbocados,
arriesgados, sin flores ni colores rosas? Debo convertirlo en cómico, como dice
Ernaux. O como dice Mesa, “el malestar de la felicidad es una idea que le ronda
ahora con insistencia: un tipo de felicidad que contiene en sí misma la semilla
de la propia destrucción.” ¿Creemos ser felices? ¿Lo admitimos y lo demostramos
para parecer comunes y que nos quieran?
Sitges, octubre 2020. |
Me gusta mucho esta entrada por todo lo que sugiere, porque te lleva a pensar y te interroga.
ResponderEliminarSer normal para que nos quieran, decididamente es todo un objetivo.